lunes, 4 de marzo de 2019

AS HOT AS IT GETS: CAPITULO 11




Una llamada a la puerta interrumpió la detenida inspección de Paula del menú que había pedido al servicio de habitaciones.


—¿Quién será ahora? —musitó, segura de que Pedro no había regresado para una noche de sexo mediocre.


Recordó entonces la servilleta que había dejado en el bar y crecieron sus esperanzas. ¿Sería posible que realmente ocurriera algo bueno aquella noche?


Le bastó mirar por la mirilla para responder a su pregunta con un contundente «no». En vez de Pedro o el camarero maravilloso del bar, vio a un hombre de mediana edad, escaso pelo y una cintura en expansión. No lo había visto nunca, y, casualmente, llevaba una gabardina atada a la cintura. Paula no pudo menos que esperar que llevara debajo más ropa de la que había llevado ella bajo la suya.


Consideró la posibilidad de no abrir, pero le pudo la curiosidad. Agarró el bolígrafo del hotel que había en la cómoda de la entrada, se preparó para clavarlo en el ojo de su visitante en el caso de que éste hiciera algún movimiento extraño y abrió la puerta.


—¿Sí? —le preguntó.


—He sido un chico malo —contestó él con una voz extrañamente tensa—. ¿Vas a castigarme?


Paula se quedó petrificada. Era completamente consciente de que debía de haberle cerrado la puerta en las narices en ese mismo instante, pero no era capaz de mover el brazo.


Como no decía nada, el chico malo la miró con expresión vacilante.


—¿He dicho algo malo?


—Eh…


¿Cómo podría empezar a explicarle que todo lo que había dicho estaba mal?


—Lo siento, ésta es mi primera vez, y a lo mejor prefiere que le pague antes.


El hombre comenzó a buscar con torpeza lo que Paula asumió era su cartera, pero cuando se abrió la gabardina, reveló que llevaba debajo un pañal… Y absolutamente nada más.


Paula emitió un sonido estrangulado y el chico malo se quedó paralizado. Su expresión era entonces una mezcla de confusión y vergüenza.


—Entonces… ¿no es usted un ama?


¿Un ama? Acudió entonces a la mente de Paula la imagen de la mujer vestida de cuero negro.


—No, claro que no.


—Pero en la servilleta decía que el número de la habitación…


Sacó una servilleta del bolsillo la miró y miró después el número de la habitación de Paula. Al ver la servilleta arrugada a Paula se le hizo un nudo en el estómago. Era una estúpida, se dijo, y se merecía aquella humillación.


Y ya iba siendo hora de que se deshiciera de tipo del pañal.


—Te has equivocado de habitación, amigo —le dijo, y cerró la puerta antes de que la necesidad de transformar el bolígrafo en un arma se hiciera demasiado fuerte como para resistirla.


Echó el cerrojo por seguridad y se quedó mirando la puerta fijamente durante algunos minutos, intentando encontrarle algún sentido a aquel encuentro.


Las preguntas se arremolinaban en su cabeza. 


¿Qué estaba pasando allí? ¿Y qué sabría Pedro sobre todo aquello?




1 comentario:

  1. Jajajajajajaajaja me muerooooooooooo, qué geniales caps, Pedronitis jajajajajajaja.

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