sábado, 23 de febrero de 2019

PAR PERFECTO: CAPITULO 41




Resultó extraño despertarse en brazos de Paula un martes por la mañana y Pedro deseó que se convirtiera en una costumbre. Lo que no era tan extraño era despertarse con el deber de acudir a la oficina. Pensó por un momento en llamar para decir que estaba enfermo por primera vez en su vida, y tal vez lo hubiera hecho si ella no hubiera abierto los ojos y exclamado llena de vitalidad:
—¡Hora de levantarse para ir al trabajo! —y salió corriendo de la cama, desnuda, hacia el baño. 


Se detuvo en la puerta y lo llamó con el dedo.


La cama ya no le pareció un lugar tan estupendo. Se levantó algo mareado por el sueño, o por la falta de éste, y oyó el ruido de la ducha.


—No tengo mucha agua caliente por la mañana, pero estoy dispuesta a compartirla contigo.


Pedro no esperó a que se lo dijeran dos veces, y así descubrió que Paula no sólo era sexy, sino un poco mentirosa, porque hubo suficiente; agua caliente para disfrutar de un dulce y largo rato juntos.


Cuando salieron del baño, él se puso unos vaqueros mientras ella hacía café.


—Gracias —dijo, cuando ella le pasó la taza—, pero apenas tengo tiempo para un par de sorbos. Es tardísimo —después de un par de sorbos y de quemarse la lengua, le pasó la taza mientras ella sonreía—. ¿Sabes qué? Al diablo el trabajo. Llamaré y diré que estoy enfermo. ¿Te gustaría que pasáramos la mañana juntos?


—Claro que me gustaría, pero estoy pensando que tengo que dar una clase esta mañana y no quiero cancelarla, porque es un chico que va muy retrasado. Vete, no vas a poder librarte de mí aunque quieras porque sé dónde vives.


Pedro rió y le levantó la barbilla para mirarlo directamente a los ojos.


—Ten por seguro que lo único que voy a hacer es pensar en ti. ¿Qué te parece si intento escaparme temprano?


—Suena muy bien —dijo mientras vertía el café en un termo—, pero lo entenderé si no puedes porque el trabajo es tu vicio. Y ahora, largo —le pasó el termo y le señaló la puerta.


Él se levantó y le dio un beso muy largo.


—Eres maravillosa. He esperado mucho para decírtelo. Demasiado —y se marchó.



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