domingo, 17 de febrero de 2019

PAR PERFECTO: CAPITULO 23




El mes y medio siguiente pasó en un suspiro para Paula, vio salir a sus niños de clase el último día pensando que habían dejado de ser sus niños.


Echó un vistazo a la clase vacía, al jersey azul que colgaba del perchero sin que nadie lo reclamase desde marzo y en lugar de sentir la esperanza de haber influido decisivamente en algún niño, sólo le quedó un sentimiento de pérdida y de verse rechazada.


Dejó caer la cabeza entre las manos. 


Vacaciones de verano. No tenía ni idea de qué iba a hacer ese día, cuando menos en los próximos meses. Si por lo menos tuviese una distracción para aquella noche...


El panorama era desolador. Había roto Mariano después de la lectura de su padre, y aunque éste había expresado su decepción, ella había visto alivio en su mirada. Él también lo sentía, la gran nada que había entre los dos. Después de eso había salido con varios hombres: un amigo de Aly, uno al que conoció en el metro y otro con el que coincidió en una fiesta. Con ninguno llegó a nada más. Pedro los conoció a los tres y, aunque no hizo ninguna crítica abierta a ninguno de los dos, mencionó algún gesto insignificante con su mirada, esa mirada de desaprobación. Lo que Pedro le decía venía a corroborar lo que le decía su corazón, que no era el hombre perfecto.


Si alguno le hubiera gustado ¿le hubiera dejado a pesar de las reticencias de Pedro? Por otro lado, utilizando a Pedro como apoyo, no sabía si tenía oportunidades de encontrar a nadie. Y en el futuro...


Una terrible conclusión luchaba por abrirse paso en su mente, pero por suerte, la aparición de Aly en la puerta la detuvo.


—¡Hola! —su amiga miró a izquierda y derecha teatralmente—. ¿Se han marchado?


—No queda ni uno —sonrió Paula.


—Genial. Me encantan los niños, pero espero mantener conversaciones de adultos durante los dos meses siguientes —miró a Paula—. ¿Qué te pasa, cielo?


—Oh —forzó una sonrisa—. Estaba pensando qué hacer esta noche.


—¿No tienes ninguna cita? Has estado muy ocupada estas últimas semanas. Cada vez que te proponía algo, ya tenías planes.


—Pues esta noche no —dijo ella, con una sonrisa más sincera esta vez—. Estamos solas tú y yo, chica. Y si el hombre más guapo de la tierra me pide que cambie mis planes contigo, lo rechazaré. Iremos donde tú quieras.


—Eso suena muy bien. Estaba empezando a pensar que pasabas de mí —hizo un mohín de mentira y luego rompió a reír.


—No, no digas eso. He estado buscando, ¿sabes? No se lo digas a nadie... buscando activamente un hombre.


—¿Uno permanente?


—Justo —dijo Paula, sonrojándose —. No es muy propio de mí, ¿verdad?


—Espera... shhh —dijo Aly en un susurro, poniéndose la mano detrás de la oreja—. ¿Lo oyes? Es algo así como un tic—tac, tic—tac, tic—tac.


—Ya lo sé —se quejó Paula —. Pedro ya se mete bastante conmigo por eso.


—¿Se lo has dicho a Pedro?


—¿Por qué no? Él es mi...


—Ya lo entiendo. El número uno de tu lista.


—¡No! —Paula sacudió la cabeza con vehemencia— . Iba a decir que es mi amigo.


—Chica, ese hombre debería estar en tu lista VIP. Está muy, pero que muy bien.


—Pues resulta que es quien me filtra las citas.


—¿Qué? —Aly rompió a reír—. ¿Estás de broma?


—En cualquier caso, no tiene importancia —dijo Paula cuando Aly se calmó—. Voy a tirar la toalla de esta búsqueda estúpida.


—¿Por qué? ¿No va bien? El mundo está lleno de tíos.


—Da igual los tíos que haya si no tienen lo necesario.


—¿Y Pedro te anima a que salgas con esos hombres?


—Eso es otra cosa. No le ha gustado ninguno de ellos, aunque tampoco le ha disgustado. Lo único que hizo fue apuntar algunos defectillos que tenían.


—¿Entonces le sacaba pegas a todos?


—Sólo han sido cuatro, Aly. El caso es que yo he estado de acuerdo con él en todas las ocasiones, pero se ha puesto bastante puntilloso. Eso no es normal en él; no suele juzgar a la gente con tanta rapidez, les da una oportunidad.


—Aja —Aly se inclinó y estudió su rostro—. Entonces estás pensando...


—Que puede que sean tonterías —dijo ella, sorprendiéndose a sí misma de decir lo que su corazón había estado pensando—. Creo que les encuentra fallos estúpidos a todos los tíos con los que he salido y apuesto a que la cosa no cambiará en el futuro.


—¿Y por qué iba a hacer eso? Porque está...


—Siendo demasiado protector —añadió Paula—. Es muy protector con la gente a la que quiere, conmigo o con su hermano Damian. O eso o... —se detuvo— o nos metemos en un terreno peligroso.


—¿O? —repitió Aly.


—O está celoso.


—¡Oh, Paula! ¿Y tú qué dices de eso?


—Podría estar equivocándome...


—Paula, ¿tiene novia?


—No, no ha salido con nadie desde que lo conozco.


—Y me pregunto el motivo —dijo Aly con sorna.


Paula miró a su amiga, que parecía muy excitada. El corazón le iba a mil por hora y decidió escoger sus palabras con cuidado.


—El caso es que cuando él está delante, siempre intento impresionarlo. Da igual que salga con otro hombre; cuando quedamos con Pedro, sólo tengo ojos para él. Su opinión es la única que me importa y sólo pienso en él, así que si pienso que puede estar celoso, me dan ganas de ir a buscarlo y...


Las dos mujeres se miraron y un minuto después, Aly le puso la mano en el brazo a su amiga.


—¿Y ahora qué?


—Somos amigos. El es muy especial para mí y no quiero estropear eso. No quiero perderlo.


—Yo pienso que los mejores amantes son los amigos.


—Pero tú me contaste que un amigo tuyo se enamoró de ti y como tú no lo correspondiste, la amistad se perdió.


—No todas las personas son iguales, Paula. Las relaciones son diferentes y ésta puede serio si él siente lo mismo que tú. Y parece que tienes un montón de pistas que así lo indican, ¿no?


—Oh, Aly. ¿Y qué pasará si me equivoco? Él no ha dicho nada.


—No tengo ni idea. Puede ser doloroso, pero ¿y si tienes razón y ninguno de los dos dice nada?


2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyyy, cuánta intriga, los 2 están enamorados pero ese Pedro es un hueso duro de roer me parece.

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  2. Ay por fin se dió cuenta!! Esto se está poniendo cada vez mejor!!

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