sábado, 19 de enero de 2019

AL CAER LA NOCHE: CAPITULO 56




—Tengo que llamar a Barbara para advertírselo —dijo Paula, mientras bajaba con Pedro hacia el coche.


—Nada de llamadas telefónicas.


—Barbara no es ninguna asesina. Ella no tiene nada que ver con esto.


—No es ninguna asesina, pero es una mujer enamorada.


—¿Y qué se supone que significa eso?


—Digamos que puede necesitar mantenerse en todo momento al lado de su hombre. Algunas mujeres creen que tienen que ser fieles a sus parejas en todo. Es algo que también les sucede a los hombres, aunque no tan a menudo.


—Pero Barbara es incapaz de hacer una cosa así.


—Nada de llamadas telefónicas —repitió Pedro. Abrió la puerta de pasajeros para Paula, rodeó el coche y se sentó tras el volante—. ¿Sabes la manera de ponerte en contacto con Billy?


—No, pero estoy segura de que Barbara lo sabe.


—Entonces iremos a verla. ¿Dónde podemos encontrarla?


—Es la propietaria del Bon Appetit y normalmente está allí a esta hora de la mañana. Está en la calle Front.


—Lo sé. Mateo me llevó en una ocasión. Probablemente quería ir a ver a tu amiga.


—Es una pena que no se enamorara de él.


—Es posible que se enamorara. Pero esto fue hace meses y Mateo no es capaz de mantener una aventura que dure más de una semana.


—Qué gran compañero.


—Es un buen policía.


Pedro continuaba dándole conversación, pero su mente estaba ocupándose de todos los detalles de lo que suponía iba a ser un rápido arresto. 


Quizá estuviera incumpliendo alguna ley al dejar que Paula lo acompañara, sobretodo siendo ella periodista, pero también era amiga de Barbara y era muy posible que necesitara su ayuda. 


Además, de esa forma no tenía que preocuparse por la posibilidad de que Joaquin encontrara a Paula antes de que lo encontraran a él.


Obsesionado con Paula. Y comprometido con su mejor amiga. Aquello no encajaba. Pero todavía no tenían nada que probara que Joaquin era el asesino que estaban buscando, y mucho menos, la persona que estaba atormentando a Paula. Pero esperaba que poco a poco fueran encajando las piezas.


—¿Cuándo conociste a Joaquin?


—La primera vez que lo vi fue en la fiesta de cumpleaños de Barbara. La misma noche que mataron a Sally.


—¿Estaba en la fiesta el día que la mataron?


—Sí, pero se fue antes de que terminara.


—¿Mucho antes?


—Como media hora antes de que Juan me llamara para decirme que fuera al parque Freedom.


—Media hora antes de encontrar una víctima, matarla y llamar a la televisión local. Eso es muy poco tiempo.


—Pero tiene que ser él. ¿Por qué si no iba a amenazar a Tamara para que no dijera que había estado saliendo con Sally?


—Él no estaba en el restaurante el día que pasaste por allí. De modo que sólo pudo enterarse de que habías estado con Tamara si alguien se lo dijo.


—Estaba allí. No lo vi, pero estoy segura de que estaba. Está en todas partes. No sé cómo lo hace, pero parece ver todo lo que hago.


Pedro giró bruscamente para aparcar el coche cerca del restaurante.


—Creo que será mejor que hables tú. No comentes que soy policía ni nada que tenga que ver con los asesinatos hasta que podamos hablar con Barbara en privado.



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