lunes, 3 de diciembre de 2018
PASADO DE AMOR: CAPITULO 9
Pedro se quedó mirándola mientras Paula salía de la habitación y no fue capaz de decidir si había ganado o perdido aquella batalla.
Más bien, la había perdido.
Debería haber aprovechado aquella oportunidad para hablar con ella, para decirle lo que había querido decirle la noche anterior, para sentarse con ella y hablar de su relación, de aquella noche de hacía siete años, cuando habían hecho algo que no tendrían que haber hecho y que había afectado sus vidas hasta el presente.
Pero se había quedado tan sorprendido al verla aparecer de repente en la cocina que había dejado que lo confundiera y había terminado discutiendo con ella.
Lo cierto era que había sido bastante divertido.
Paula con esa especie de camisón semitransparente… con los hombros desnudos, los pechos subiendo y bajando de manera acompasada a su entrecortada respiración y el dobladillo de la susodicha camisola apenas cubriendo la zona de las braguitas que esperaba que llevara.
Pedro no se quería ni imaginar que no las llevara, que estuviera completamente desnuda bajo la camisola porque ya estaba excitado con su mera presencia.
Si supiera que no llevaba ropa interior bajo la camisola seguro que le saldría humo por las orejas.
Tal y como estaba en aquellos momentos, no le vendría nada mal una buena ducha fría y un ratito en una cámara frigorífica.
Paula lo había mirado por encima del hombro y le había dado a entender con su mirada glacial que no valía más que un asqueroso chicle que se le hubiera pegado en la suela del zapato.
Aquella mujer se había convertido en una esnob, pero no siempre había sido así. Antes de irse a la universidad, de hecho, no era así en absoluto.
Claro que entonces había sido cuando Pedro la había seducido, cuando se había aprovechado de ella y eso le hacía temer ser responsable en cierta parte de la mujer en la que se había convertido.
Paula era una abogada de mucho éxito que tenía bufete propio y que probablemente ganaba más dinero en un año de lo que ganaría él en toda la vida.
Sí, pero también era una mujer fría y calculadora que había preferido dar prioridad a su trabajo que a su familia y a su felicidad personal.
La Paula de hacía años jamás hubiera permitido que nada se interpusiera entre ella y sus padres y su hermano, pero la Paula de hoy en día se había mudado a más dos mil millas de distancia y no volvía a casa a menos que fuera absolutamente inevitable.
Pedro tenía muy claro que era culpa suya que Paula se hubiera distanciado tanto de su familia, pero no tenía ni idea de qué podía hacer para arreglarlo.
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