sábado, 29 de diciembre de 2018

EL SOLTERO MAS CODICIADO: CAPITULO 30




Mientras los chicos limpiaban el salmón que habían pescado y sus madres asaban los filetes a la parilla, Pedro se duchó y se cambió de ropa en el velero, antes de volver al picnic. Se sentó en una mesa junto a su padre, y enseguida empezaron a ofrecerle platos de comida. Los amigos se detenían para bromear con él y algunas mujeres le dedicaban sonrisas tentadoras.


Debería estar disfrutando del momento, pero no podía apartar la mirada de la esbelta morena que se negaba a prestarle la menor atención. La vio servirse un plato del bufé y se fijó en las miradas que le echaban algunos hombres. Se puso tan tenso que se asustó.


No podía culparlos por mirarla. Era tan hermosa que él sufría sólo de contemplarla. El vestido blanco sin tirantes se ceñía a sus pechos y a su estrecha cintura, para luego caer en pliegues vaporosos sobre sus larguísimas piernas. Su pelo oscuro y ondulante invitaba a hundir los dedos en sus mechones. Y sus caderas se movían con la misma elegancia sensual que tanto lo había turbado de joven.


Paula se había sentado en una mesa lejana con Frankie, su madre y otras mujeres. Sólo un hombre se había unido al grupo... el pequeño Kyle Talmidge, a quien Paula le dedicó una tierna sonrisa.


Pedro nunca había sentido envidia de un niño de seis años. Y si no conseguía una sonrisa para él mismo, no creía que pudiera resistir el resto del picnic. Necesitaba besar a Paula.


-Freddie -llamó al músico, sentado en la mesa contigua-. Creo que es hora de tener un poco de música.



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