miércoles, 14 de noviembre de 2018
LA TRAMPA: CAPITULO 33
Seguía lloviendo cuando, siguiendo las indicaciones que Paula le había dado, Pedro llegó a casa de Carlos. Subió las escaleras, llamó al timbre y miró el porche que, a juzgar por los trozos de madera nueva, habían arreglado hacía poco tiempo. Seguramente estaba a la espera de una mano de pintura, que lo unificaría.
Un hombre alto y musculoso abrió la puerta.
—¿Carlos? —preguntó Pedro.
—Sí, soy yo. ¿Qué puedo hacer por usted?
—Soy el marido de Paula. Me pidió que te trajera esto —respondió Pedro, entregándole las especificaciones.
—Gracias. ¿Dónde está Paula? ¿Le pasa algo? Entra, por favor —dijo, apartándose.
Entró en una habitación en la que, obviamente, el hombre estaba poniendo placas de yeso.
Recordó lo que había dicho Paula: «Nos libramos del enlucido agrietado de las paredes de Carlos».
Tomó una taza de café con Carlos y su mujer, les aseguró que Paula estaba bien y que, probablemente, no tenía más que un simple virus, admiró al bebé, y le preguntó a Carlos si podía acompañarlo en su ronda de visitas para darle un informe completo al padre de Paula.
Después de llevar las especificaciones al electricista, Carlos amplió su ronda, para que Pedro se hiciera una idea de todo lo que tenían en marcha. Lo llevó a la casa en la que el electricista iba a reformar todas las conducciones eléctricas.
—Paula tiene predilección por un nuevo tipo de iluminación indirecta, y no cabe duda de que alegra mucho estas viejas casas —explicó. Y a continuación, fueron a ver a Leo, que estaba instalando un jacuzzi. Incluso lo llevó a casa de los Jackson y, lleno de orgullo, le enseñó el ático reformado—.Paula y yo hicimos esto nosotros solos.
Pedro intentó imaginarse a Paula trabajando en la gran habitación, que ahora tenía un montón de juguetes desparramados por el suelo.
Trabajando con un martillo y una sierra para terminar los armarios empotrados y los techos inclinados, que le recordaron al Pájaro Azul. Le llamaron la atención el papel pintado, con su dibujo del mapamundi, y el ambiente alegre y luminoso de la habitación, incluso en un día oscuro, con la lluvia repiqueteando en las ventanas. ¿Sería la nueva iluminación indirecta?
De vuelta en el East End, Carlos le señaló un par de casas destartaladas y le explicó los planes que tenían.
Era excitante, pensó Pedro cuando se marchaba. Muchos proyectos desarrollándose al mismo tiempo. Construir, mejorar, poner a la gente a trabajar. No le extrañaba que ella estuviera deseando levantarse en mitad de la noche para ir allí…
Notó cómo una vieja y conocida sensación lo envolvía. Esa sensación de estar fuera, mirando hacia dentro, mientras otro hacía el trabajo y defendía sus ideas.
Ella no estaba jugando. Cuando dijo que no quería su dinero hablaba muy en serio. No quería nada de su mundo vacío. Y su hijo era un impedimento que la había frenado. La había atrapado.
Intentaba continuar en marcha. Se acordó de cómo la había visto esa mañana, de pie bajo la lluvia. Furiosa, frustrada, sin poder impedir las arcadas… pobre chiquilla.
Pero podía hacer algo para ayudarla, para hacérselo más fácil. ¡Dijera lo que dijera! Era demasiado independiente.
Le dio a Leonardo un informe totalmente positivo y les aseguró que el «virus» de Paula sólo duraría un par de días. Alicia lo persuadió para que se quedara a comer; durante la comida acabó preguntándose como una mujer tan boba había conseguido tener una hija como Paula.
Leonardo Alfonso le gustó. Era un hombre directo, débil, pero ansioso por volver al trabajo para «quitarle algo de trabajo a Paula». Sí, había estado de acuerdo, era un día demasiado largo. Sería mejor que fuera después, en lugar de antes, de la hora punta.
—Y que volviera antes de la hora punta de la tarde —agregó Pedro—. No me importa que mi mujer trabaje, pero sí me gusta verla de vez en cuando —añadió Pedro, con todo el entusiasmo de un amante esposo.
—Claro. Claro —corroboró Leonardo—. Así establecería el ritmo correcto para mí cuando vuelva. Los médicos dicen que tendré que tomármelo con calma durante un tiempo.
Pedro sonrió. Eso era todo lo que necesitaba.
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