lunes, 30 de julio de 2018

¿PRÍNCIPE AZUL? : CAPITULO 9




Paula se sentía extremadamente orgullosa de sí misma: no había sufrido un ataque de histeria, por muchas ganas que hubiera tenido. Aunque estaba hirviendo por dentro, logró mantener una apariencia tranquila, profesional... hasta que entró en la habitación del motel. Incluso entonces, era consciente de que Pedro se encontraba en la habitación contigua y que seguramente la oiría si desahogaba a gritos su frustración.


Corrió al teléfono dispuesta a llamar a Georgina, pero luego se lo pensó mejor. Si hablaba con ella cuando seguía furiosa con Pedro, le daría un disgusto, y eso no era nada bueno para los bebés.


Después de descargar una andanada de puñetazos contra la almohada y el colchón durante varios minutos, Paula se sintió más calmada, pero no menos humillada. Pedro no tenía ningún derecho a decirle lo que tenía que hacer. En todo caso, carecía de cualquier derecho moral. Después de todo ese tiempo, ¿aún seguía sin confiar en ella? Aquél sería el cuarto especial de San Valentín que Georgina y ella iban a realizar, ¿Acaso no tenía ninguna fe en sus... en su habilidad y experiencia? Ni siquiera había escuchado sus argumentos.


Paula encendió el televisor y sintonizó los informativos del canal de televisión por cable, esperando que su sonido ahogase su conversación por teléfono con Georgina. A pesar de sus buenas intenciones, no confiaba lo suficiente en sí misma para no empezar a chillar y vociferar.


—¿Cómo te ha ido con Raúl? —le preguntó Georgina.


—¡Es la historia más romántica que he escuchado jamás! —y Paula estaba decidida a filmarla a pesar de Pedro.


—¿Te habló de su intento de fuga con el circo?


—Sí —le repitió su conversación con Raúl, evitando toda referencia a Pedro.


—¿Y qué es lo que dice Pedro?


Por un instante, Paula pensó en lanzarle una evasiva, pero su amiga la conocía demasiado bien.


—Cree que no se puede hacer a causa de la calle.


—Nosotras se lo demostraremos —rió Georgina.


—De acuerdo, pero... ¿cómo? —Paula se negó a decirle que Pedro había cancelado la grabación, ya que su amiga no podía hacer nada acerca de eso.


—Si la calle es pequeña, entonces el desfile circense tendrá que serlo también. Usa crías de animales.


Paula cerró los ojos, imaginándose la escena, y sonrió de oreja a oreja.


—Eres sencillamente genial. Es perfecto. Pero eso suponiendo que tengan crías de animales...


—Las tienen. Ya lo he confirmado.



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