domingo, 10 de junio de 2018

THE GAME SHOW: CAPITULO 15




—¡Hoy es el día de las tortitas! —gritó Macarena mientras saltaba en la cama de Paula.


Paula abrió un ojo, miró el despertador y soltó un gruñido. Le habría gustado dormir una hora más, sobre todo cuando no tenía que salir corriendo. Decidió que no iba a correr por nada durante todo el fin de semana y se tapó la cabeza con la almohada.


—Vamos, Maca. Deja dormir a tu madre.


La voz masculina hizo que asomara la cabeza por debajo de la almohada. Pedro estaba en la puerta y parecía tan cansado como ella. Ella sabía exactamente cuántas horas había dormido.


—Pero es el día de las tortitas —replicó Maca—. Siempre tomamos tortitas los sábados por la mañana. Mamá las hace muy buenas.


—Me levantaré dentro de un minuto —farfulló ella.


—No hace falta. Yo me ocupo de la cocina. Los fines de semana estás aquí para pasarlo bien.


—No. Tiene que hacerlas mamá. Ella sabe hacerlas.


—Entonces, tendré que aprender. ¿Por qué no me preparas los ingredientes?


Maca se fue entre quejas. Cuando estuvieron solos, sus miradas se encontraron, colisionaron, más bien. Paula se preguntó cómo sería formar una verdadera familia, tener un padre para las niñas, una ayuda para ella, un amante…


La idea la enfureció. ¿Cómo podía ser tan tonta? ¿Acaso no había aprendido nada de Kevin? ¿Acaso no había aprendido nada de la noche anterior?


No necesitaba a un hombre. No necesitaba promesas que se desvanecerían ni palabras de amor sin actos. Además, sus hijas no tenían por qué pasar por la decepción de pensar que importaban a alguien y luego descubrir que se deshacían de ellas como de vasos de papel.


—Entonces, ¿quieres unas tortitas?


—Lo que quiero es dormir un rato —contestó Paula en un tono arisco—. Anoche no dormí mucho gracias a Celina y a ti.


—Lo siento. Intentamos no hacer ruido.


—No me gusta que traigas mujeres a mi apartamento cuando están las niñas. ¿Qué habría pasado si se hubieran despertado y hubieran ido a la sala?


—Habrían visto a dos adultos sentados en un sofá y hablando.


—Hablando… —lo miró con condescendencia—. No me chupo el dedo.


—Pues lo parece.


—Cierra la puerta cuando salgas —Paula se dio la vuelta.


—Encantado.


Se quedó tumbada durante casi una hora y oyó a Maca que daba instrucciones a Pedro sobre cada paso que tenía que dar, desde cómo mezclar la mantequilla a como dar la vuelta a las tortitas. Paula esperaba que él la hiciera callar de un momento a otro, pero no lo hizo. Pedro conservó la paciencia e, incluso, le pedía su opinión. Se comportaba con bastante naturalidad para no estar acostumbrado a tratar con niños.


Paula quiso odiarlo por ese motivo, pero no pudo.


Chloe también estaba despierta ya. Paula podía oír los golpes que daba en un plato sentada en la trona. Decidió que también se levantaría. 


Quedarse en la cama después de las ocho no era tan relajante como había imaginado, sobre todo cuando tenía que aguzar el oído para escuchar cada palabra que se decía en la cocina.



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