lunes, 5 de marzo de 2018
EN LA NOCHE: CAPITULO 11
-Si hubiera tenido otra forma de acercarme a Fitzpatrick, créeme, la habría utilizado.
Javier se agarró con fuerza al reluciente volante y soltó un juramento en voz baja. Normalmente, nada conseguía alterar su humor. Pasaba interminables noches sin dormir, investigando, y tomaba parte en peligrosas redadas policiales sin pestañear. Pero, desde que Pedro se había sentado en su coche y había empezado a informarle sobre lo sucedido, la atmósfera se había ido cargando progresivamente de tensión.
-No tuve más remedio –insistió Pedro-. Si no hubiera actuado inmediatamente, habríamos perdido la oportunidad.
-Podría haberlo hecho Middleton.
-Middleton es un buen policía, pero no sirve para este trabajo. Es dos veces más alto que Paula, y tiene tres veces su peso. Además, estoy seguro de que no hubieran conectado; ya sabes que Middleton no es precisamente un romántico. No creo que hubiera podido convencer a nadie de que el compromiso iba en serio.
-Middleton es tan bueno como cualquier otro.
-Ya, pero… -buscando un argumento convincente, Pedro se frotó con fuerza las manos-. El hermano de Paula es un hueso duro de roer. Y hay que convencerlo, si queremos tener alguien trabajando en la boda.
-Entonces, tenías que habérselo dejado a Bergstrom. Habría sido perfecto en el papel de novio.
Al pensar en su compañero, Pedro apretó la mandíbula con fuerza. Su reputación de rompecorazones lo precedía. Su impresionante aspecto de modelo publicitario encantaba a las mujeres. Y la simple idea de que aquel Romeo pudiera merodear cerca de Paulalo enfurecía.
-No, Paula es demasiado inocente para Bergstrom. Se la comería viva, y podría ocasionar problemas.
-A ver si lo entiendo –la voz de javier se había vuelto peligrosamente suave-. ¿Me estás diciendo que no confías en la capacidad de los miembros de tu equipo para hacer una investigación encubierta?
-No sólo estoy seguro de ellos, sino que les confiaría mi vida.
-Pero no en este caso. No con esta mujer de por medio.
Visto de aquella forma, sus objeciones parecían ridículas.
Bergstrom y Middleton eran buenos policías, y nunca le habían dado motivos para dudar de su competencia. Pero no podía pensar en ninguno de los dos trabajando con Paula.
-Sé que no es lo que tú querías –concluyó Pedro-, pero dadas las circunstancias me pareció la mejor opción que teníamos.
Javier condujo en silencio durante los siguientes minutos.
Por fin aparcó detrás del coche de Pedro, paró el motor y se volvió hacia él.
-El daño ya está hecho. Ya estás dentro de la historia, y no hay marcha atrás; sólo nos queda rezar para que todo salga bien y los hombres de Fitzpatrick no te reconozcan.
-No hay peligro. Ellos me conocen como Tindale, el contable. Y aquellos dos pájaros todavía no han salido de la cárcel, ¿verdad?
-No.
-Y no creo que Fitzpatrick vaya a ensuciarse las manos pagando su fianza.
-No, tienes razón.
-Entonces, el riesgo es mínimo. Además, el hecho de que el de los Chaves sea un negocio familiar cuenta a nuestro favor: nadie sospechará nada.
-Pero ¿estás ya dentro?
-Trabajo en ello.
Javier dudó unos segundos.
-Esto no me gusta, Alfonso. No sabemos nada de esa chica. Y no estoy seguro de que sea una buena idea utilizar a una civil en nuestra investigación.
-Podemos confiar en ella –aseguró Pedro, convencido-. Además, está muy motivada.
-¿Cómo dices? –se extrañó Javier.
-Quiere independizarse, abrir un restaurante. Y con el dinero de la recompensa no tendrá ningún problema –abrió la portezuela y salió del coche-. No te preocupes, Javier, te mantendré informado.
-Ten cuidado.
El preocupado tono de sus palabras sorprendió gratamente a Pedro.
-Siempre lo tengo, teniente.
-No dejes que esa mujer te distraiga de tu trabajo. Cuando un policía se implica en un caso se vuelve peligroso. Para sí mismo y para los demás.
-Lo sé. Todo está bajo control.
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