lunes, 5 de febrero de 2018

BAILARINA: CAPITULO 12





Durante las semanas siguientes, Paula apartó el episodio de su mente y se vio inmersa en su trabajo. En la Comisión para el Desarrollo Económico del Estado de California tenía la responsabilidad de asesorar a los peticionarios de créditos para la puesta en marcha de pequeños negocios y hacer recomendaciones para la autorización de asignaciones de fondos a los solicitantes.


Le encantaba el trabajo y la gente que conocía gracias a él. 


Como Eliza Carr:
—Disequé estos animales por afición, ¿sabe? Pero luego mi marido murió y se ha convertido en la única fuente de ingresos para los chicos y para mí. Si pudiera transformar el sótano y conseguir dinero para imprimir catálogos...


—O como Joe Daniels —le dijo a Angie en una de las raras ocasiones en que ambas estaban en casa a la hora de la cena—, un chico que ha venido hoy a la oficina. No es sólo un gran bailarín, sino que tiene el don de enseñar su talento a otros. He visto actuar a su grupo. Ahora está como profesor a tiempo parcial en algunos gimnasios horribles, sin espejos, sin barras, sin el suelo adecuado. Si tuviera su propio estudio...


—Que tú te asegurarás de que consiga —dijo Angie sonriendo—. ¿Sabes cuál es tu problema, Paula?


—Yo sé cuál es el tuyo. Se te están quemando las patatas otra vez —dijo Paula retirando la cacerola del fogón—. Justo a tiempo. Dame un cuenco.


Angie le dio un cuenco, pero no cambió de tema.


—Lo que creo es que estás en un trabajo que no te conviene. Voy a leer tu horóscopo.


—Oh, no, por favor —gruñó Paula. Angie era una compañera de piso deliciosa, pero Paula ya había escuchado bastante sus predicciones astrológicas y otras rarezas—. Ya me has hecho la numerología y... —se interrumpió al darse cuenta de que Angie no la escuchaba. Había adquirido aquella mirada reflexiva tan suya. Parecía que estaba pensando en cosas de otro mundo.


—Demasiado amable. Te gusta más el trato con la gente que los negocios.


—¡Angie!


—Es cierto. Te importaba más que la señora Carr pudiera trabajar en casa y estar con sus hijos que si su pequeño negocio podría salir adelante. Y lo mismo te ocurre con Joe Daniels.


—Un estudio de baile es un buen negocio.


—Tal vez.


—Va a contratar a profesores, dar espectáculos. Incluso quiere rodar vídeos y venderlos en grandes almacenes, lo que es una aportación importante a la economía.


Continuaron discutiendo mientras preparaban la ensalada y asaban la carne. Se pusieron a comer y Angie seguía sin dar su brazo a torcer.


—Tendrías que unirte a "V y A" —le dijo a Paula.


—¿Qué?


—El grupo con el que me reúno cada segundo martes de mes. Vida y Amor.


— Ah.


—Tienes que descubrir tu propio yo y conseguir lo mejor de la vida. Por ejemplo, una vez que entiendas la diferencia entre egoísmo y desinterés comprenderás el verdadero significado de la frase «Lo primero es dejar que el propio yo se exprese».


— Comprendo.


—Tú, Paula, eres claramente una persona desinteresada. Estás demasiado preocupada por la felicidad de otra gente y no buscas la tuya.


—Yo soy feliz.


—¿Cuándo todo lo que haces es trabajar o salir corriendo a Seattle para ver a tu madre? ¿Desde cuándo no sales con un hombre?


Paula estuvo a punto de decir que salir con un hombre no le parecía una medida adecuada de la felicidad cuando sonó el teléfono y Angie fue corriendo a contestarlo.


Por los comentarios de su compañera, dedujo que se trataba de Sid Farmer, un acaudalado terrateniente, con el que Angie había llegado a salir gracias a sus visualizaciones y a sus frecuentes excursiones al gimnasio.


Angie volvió a la mesa radiante.


—¿Sabes qué? Sid es miembro del Club Náutico.


—¿Sí?


—Tal como yo había visualizado. ¿Cuántas veces te he dicho que funciona? Y me ha invitado a un baile que hay allí mañana.


—Qué bien.


—Y le he dicho que si podías venir con nosotros y ha dicho que por supuesto. Tal vez debas ponerte... 


—Espera un momento. ¿No voy a estar de sujetavelas?


—Pues, para decirte la verdad, sí.


—¿Entonces porque quieres cargar conmigo? ¿No preferís estar solos?


—La cosa es que estoy intentando conseguir el equilibrio.


—¿El equilibrio?


—Tiendo a ser egoísta. El consejero de «V y A» me ha sugerido que debo hacer más cosas desinteresadas, como airearte un poco.


Paula soltó una carcajada.


—Angie, eres una exagerada. No me tienes que llevar a ninguna parte.


Pero cuando vio que Angie estaba seria y pensó que quería que fuese al baile a pesar de que prefería estar sola con Sid, aceptó la invitación. ¿Por qué no? Le encantaba bailar y le gustaría conocer aquel lugar tan exclusivo.



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