lunes, 22 de enero de 2018

BAILARINA: CAPITULO 11





Su madre se recuperaba satisfactoriamente, sin complicaciones, según había dicho el doctor. Una semana más y podría mudarse al pequeño apartamento donde ya estaban Paula y la tía Mariana.


Paula volvió a San Francisco el domingo, y con el mejor de los ánimos. Se alegraba de haberse mudado con Angie, aunque la renta era tal vez demasiado alta. Sobre todo debido a que lo habían alquilado con los hermosos muebles lacados de Marge y los exquisitos accesorios de tonos lavanda que combinaban perfectamente con la moqueta y las paredes enteladas.


Angie no estaba en casa, pero el sol de la tarde que entraba por el amplio ventanal le dio una cálida bienvenida. 


Igualmente cálido sería el piso en invierno, pensó, cuando la lluvia golpeara en las ventanas y encendieran la chimenea. A su madre le encantaría.


Un pensamiento nublaba su mente. No habían hecho efectivo el cheque de veinte mil dólares, y no le habían llegado más cartas al bar de Spike. ¿Habían aceptado su oferta o no? Pensó en llamar al abogado, pero decidió no hacerlo. Lo mejor era no dar señales, por si seguían pensando en llevarla a juicio.


Tampoco habían devuelto el cheque. Pero si ella cumplía su parte del trato, lo que pensaba hacer, eso era una muestra de buena fe. Todo lo que tenía que hacer era pagar cien dólares al mes durante el resto de su vida. Pero, ¿por qué estaba enfadada? Debería estar agradecida y contenta de devolver el dinero que había permitido la recuperación de su madre. Y, estando ella recuperada, era libre de concentrarse de nuevo en su trabajo.


O quizás no tan libre. Seguía teniendo cierto temor. ¿Se había librado de él o no?


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