sábado, 6 de enero de 2018

EN LA RIQUEZA Y EN LA POBREZA: CAPITULO 11





Pedro Alfonso, ¿aceptas a esta mujer como esposa? —dijo el juez de paz.


—La acepto —respondió Pedro vigorosamente.


Había querido que fuera un día memorable para Pau y lo había planeado cuidadosamente. Bueno, en realidad lo había planeado Rosa, que parecía más excitada que él.


—Da mala suerte que la veas antes de la ceremonia —le había dicho—. Así que la recogeré yo en la furgoneta y tú puedes llevar el Mustang. No puedes ir en semejante trasto con tu esposa. Y reservaré mesa para los cuatro. Un almuerzo en el Classic. Leandro y yo pagamos.


A él le encantó ese plan. Sería una verdadera celebración, con champán, brindis y todo lo demás. Aún embarazada, Rosa estaba muy guapa con ese vestido rosa.


Pero no tanto como su Pau. Le gustó que fuera de blanco. 


Un sencillo vestido de novia, acompañado por una orquídea blanca prendida del rojo cabello de una forma que hacía que sus rasgos fueran más encantadores que nunca.


Le puso el anillo en el dedo y el juez añadió:
—Yo os declaro marido y mujer.


Se acabó. Besó a la novia, más contento que lo que había estado en toda su vida. Luego los cuatro se pusieron a felicitarse y besarse entre ellos como locos y salieron del juzgado riendo.


Pedro pensó que algo debía haber pasado cuando vio afuera a una multitud, con cámaras de televisión y todo.


Antes de que tuviera la posibilidad de darse cuenta de lo que pasaba, empezaron a destellar los flashes y le pusieron un micrófono delante.


—Señor Alfonso, ¿cómo se siente al casarse con una rica heredera?




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