domingo, 1 de octubre de 2017
RUMORES: CAPITULO 14
Se durmió por fin y cuando despertó, Pedro estaba apoyado en un codo mirándola. Su expresión era enigmática, pero prometedora.
-Hola.
Pedro contuvo el aliento. La cautela y turbación que él había temido encontrar era solo sencilla calidez.
-Hola -respondió él con voz ronca.
Paula se estiró con languidez pasando un brazo bajo su cabeza y retirándose el pelo de los ojos. Pedro no había visto nunca a una mujer con menos artificio, lo que era curioso, cuando ella vivía de producir ilusiones.
-¿Cuánto tiempo llevas mirándome?
-Lo suficiente como para saber que duermes como un bebé.
-Porque tengo la conciencia limpia.
Él no respondió a aquel suave reto, aunque pensó que la conciencia dependía de la ética de cada uno. No podía creer que ella fuera tan poco complicada. La gente simplemente no lo era.
La sábana se había deslizado hasta el comienzo de sus senos de color magnolia. Tenía la piel más perfecta que hubiera visto en su vida. Una rosada aureola asomaba descarada por la sábana de algodón. Pedro frotó con el dedo índice la fascinante zona para sentir al instante el pezón erecto.
-Conoces todos mis puntos débiles y yo no conozco los tuyos -se quejó ella con voz susurrante.
Él era todo un punto débil. La vulnerabilidad no era algo que hiciera feliz a Pedro, pero al deslizar la mano bajo la colcha para tocar a Paula, se sintió perdido. Si un hombre tenía que enfrentarse a algún dilema, reflexionó, aquel no era tan malo.
Pedro apretó los labios contra la parte interior de su muñeca y se movió con efecto devastador por la parte interna de su brazo.
-¿Pedro?
-Hum.
-Te da mucho placer el juego, ¿verdad?
Aquello había sido deliciosamente evidente la noche anterior.
El alzó la cabeza.
-Me da mucho placer dártelo a ti. ¿Estás intentando decirme que a ti no?
-No, cielos. La cosa es que a veces una persona puede sentirse un poco... Estoy intentando ser delicada con esto, pero no es fácil. Una persona puede sentir un poco de urgencia. Lo cierto es que desde el momento en que abrí los ojos y vi que deseabas... ¿Te estás riendo de mí?
-¿Yo? -preguntó él con inocencia-. Sigue. Esto es fascinante.
-Eres una rata -se detuvo con un suspiro de derrota-Así es como me siento -dijo agarrándole la mano para conducirla al húmedo calor que indicaba el grado de urgencia que sentía.
Una voz dentro de ella le decía que se había vuelto totalmente desvergonzada, pero no se arrepentía de ello.
-Te quiero dentro de mí, ahora.
De sus labios escapó un ronco gemido cuando sus dedos se deslizaron por su sexo entreabierto.
-Eso se puede arreglar.
-Precioso, eres un hombre precioso -suspiró-. Amor mío
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