lunes, 25 de septiembre de 2017
AMIGO O MARIDO: CAPITULO 18
Paula se quedó dormida enseguida. No supo si Pedro también durmió, aunque sospechaba que no.
Cuando se despertó, horas después, todavía era de noche, y dedujo por la respiración tenue de Pedro que él también estaba despierto. A través de las sombras, vio que estaba de espaldas a ella. Se había quedado dormida en sus brazos... no le agradaba no despertarse en el mismo lugar.
Cuando le puso la mano en la espalda, notó que Pedro se estremecía, pero no se movió ni protestó cuando ella empezó a masajearle los hombros anchos y desnudos. Tenía los músculos contraídos bajo aquella piel sedosa. Cuando por fin logró suavizar la tensión, Paula estaba sin resuello por una mezcla de excitación y agotamiento.
—¿Mejor? —susurró, y se apretó contra la curva sólida de su espalda. El profundo suspiro de Pedro fue la confirmación que había estado esperando. Pasó un brazo por encima de su hombro y deslizó la mano por su férreo torso.
—¿Qué haces, Paula?
—Acariciarte —le dijo, mientras ampliaba el radio de sus roces—. ¿Te importa?
De repente, la idea de recibir un pago por sus servicios no le parecía a Pedro tan tentadora. De hecho, le dejaba un sabor amargo en la boca. Quería que Paula lo acariciara porque lo necesitaba tanto como ella a él.
—No tienes que hacerlo porque te sientas obligada a compensarme.
Paula deseó poder ver su rostro.
—¿Es una forma educada de decirme que no te apetece?
—Solo quiero que lo hagas si...
La voz de Paula, alta y firme, ahogó la de él.
—Si no puedo pensar en otra cosa salvo en ti, en tus besos y en tus caricias... en que quiero sentirte moviéndote dentro de mí —una pequeña carcajada frenética brotó de sus labios—. ¿Crees que te deseo suficiente?
Paula oyó el gruñido que vibraba dentro del pecho de Pedro cuando, veloz como el rayo, se dio la vuelta y la colocó sobre él.
—Por ahora, bastará —confirmó, mientras paseaba la mirada con avidez por su cara pálida—. Tendrá que bastar.
La besó como un hombre ávido de sus labios. Paula respondió con entregado entusiasmo y un profundo alivio.
Durante unos momentos, había creído que no la deseaba.
Pedro estaba viviendo unos momentos dramáticos en su vida y necesitaba un escape para su frustración, y Paula estaba más que ansiosa de proporcionárselo.
Desechó el pensamiento triste de que la necesidad de Pedro solo era transitoria.
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