lunes, 31 de julio de 2017
BUENOS VECINOS: CAPITULO 11
Pau lo seguía por el pasillo y el corazón le latía a un kilómetro por minuto. Ya no sabía qué pensar acerca de ella.
Era un rompecabezas. Herida y emocional un momento, bromista al siguiente. No podía olvidar la expresión en su rostro en cuanto le habló del aborto. Todo encajaba. La expresión peculiar que ensombrecía su rostro, el modo en que se ocupó de Daniela la primera vez, como si tuviera miedo. Quería su ayuda y que se sintiera como en casa.
Pero dentro del dormitorio volvió a padecer otro ataque de vergüenza. La habitación era, en el mejor de los casos, sencilla. Una cama y una cómoda, nada en las paredes, nada acogedor como esperaría que fuera el dormitorio de una mujer. Jamás había pensado mucho en la decoración ni sentido la necesidad de atestar las cosas con objetos que carecían de significado. Supuso que esa filosofía hacía que su casa pareciera un poco austera.
—Lamento que no sea muy sofisticada —se disculpó, viendo la habitación a través de los ojos de ella.
—Está bien —respondió Pau—. Esperaba que centraras tu energía en el rancho y no en la decoración.
Mientras ella dejaba su bolsa en el suelo, Pedro quitó las sábanas blancas de la cama y las tiró a la cesta grande que había junto a la pared.
—Eso lo resume —convino. Se preguntó en qué estaría pensando Pau. Sabía el aspecto que ofrecía la casa. El poco efectivo que guardaba en la cocina probablemente tampoco ayudara. No era que no dispusiera del dinero para arreglar las cosas. Simplemente, había situado sus prioridades en otra parte—. Traeré unas sábanas limpias —murmuró mientras iba al armario del pasillo.
El sofá no iba a ser cómodo, pero Daniela era su sobrina, no de Pau, y ésta era su invitada. Sin embargo, pensar que iba a dormir en su cama con la pequeña en el corralito, le provocaba sensaciones raras en el estómago.
Después de años de soledad, le resultaba extraño que otros ocuparan su espacio. En particular Pau, con esas sonrisas tímidas y ojos suaves. Pero en ese momento era diferente.
Tenía una familia, aunque no se pareciera a la que había esperado que fuera. Y Pau formaba parte de ella, tuviera eso o no sentido. Lo sorprendía querer que lo hiciera.
Alisó la sábana sobre el colchón y retiró un costado del edredón.
—¿Seguro que estarás abrigada? —le encantó ver que se ruborizaba—. Hay mantas en el armario del pasillo.
—Así es suficiente —murmuró—. Además, tú vas a necesitar las mantas.
Ella volvió a mirar la cama y Pedro sintió que se le tensaba el estómago, tal como había sucedido en la cocina antes de empezar a besarse. La tentación estaba ahí. Se preguntó cómo sería estar echado a su lado en la cama.
Sentir ese cuerpo cerca, besarla en la oscuridad, oírla susurrar su nombre.
Recogió una almohada. Después de todo lo sucedido ese día, su libido debía mantenerse al margen.
—El cuarto de baño está en el pasillo. Traeré la mesita para cambiarla y me despediré.
Al volver con la mesa, la vio sentada en la cama con las piernas cruzadas, un libro y un pequeño ordenador portátil abiertos ante ella. También Daniela se hallaba encima del edredón jugando con un anillo con llaves de plástico.
Mientras pasaba distraída una página, Pau acarició distraída un pie de Daniela con la mano libre.
Pedro tragó saliva.
¿Por qué tenerla allí parecía tan correcto? ¿Por qué se había sentido tan avaro al contar los billetes para dárselos?
No era rico, pero tenía ese lugar y, desde luego, podía permitirse llevar comida a la mesa y comprar todo lo que necesitaran. Quizá era hora de desviar algo de esfuerzo al interior y adecentar la casa.
¿Por qué no era capaz de quitarse a Pau de la cabeza?
Dejó la mesa apoyada contra la pared más apartada y volvió a mirarlas, tan cómodas y relajadas. Resultaba extraño que hubiera dedicado tantos años a buscar la oportunidad adecuada cuando la tenía ahí, depositada sobre su regazo.
La llegada de Daniela había cambiado muchas cosas.
No tenía nada que ver con el rancho o el ganado.
Era sobre la familia. Y sobre Pau.
Su madre, incluso en los peores momentos, le había advertido de no dejarse dominar por la amargura. Le había suplicado que no juzgara el mundo basándose en el matrimonio de sus padres. Pero durante mucho tiempo había hecho exactamente eso.
Pero cuando miraba a Pau, esos pensamientos cansados parecían lejanos. Era evidente que ella había pasado por muchas cosas y seguía sonriendo. Tal vez pudiera mejorar las cosas para Pau de un modo en que no había sido capaz de lograrlo para su madre.
—¿Te vas a quedar despierta un rato, entonces?
Paula alzó la vista del libro y sonrió.
—Daniela aún no está preparada para dormir. Si termino esta clase, podré enviarla mañana.
El asintió.
—Pau, acerca del dinero… sabes dónde está la lata. Lo que quiero decir es que saques más si lo necesitas.
—No quiero dejarte sin un hogar y una casa —respondió, aunque sin mirarlo.
De modo que era eso. ¿Lo consideraba tan pobre que creía que unas pocas cosas iban a desbaratarle el presupuesto?
—No es más que calderilla, Pau —explicó, sonriendo—. No vas a dejarme en la bancarrota. Además, confío en ti.
Eso captó su atención y alzó la vista del libro.
—¿Sí?
—¿Hay algún motivo por el que no deba hacerlo?
Las mejillas se le encendieron y una vez más él pensó en lo bonita que estaba.
—Se me pasó por la cabeza comprar algunas cosas para arreglar un poco la casa, pero no sabía muy bien cómo sacar el tema.
—Por supuesto. Yo soy un inútil en lo referente a la decoración. Me encantará que compres algunas cosas. Ayudará a que todo se vea más acogedor cuando se presenten los de servicios sociales para la evaluación —fue a la puerta y apoyó la mano en el marco, sin querer marcharse pero sintiéndose bobo quedándose.
—¿Pedro?
—¿Mmm? —giró y luchó contra el súbito impulso de darle un beso de buenas noches. Se dijo que lo mejor sería largarse de allí de inmediato.
—No me llevaré todo, no te preocupes.
—¿Parezco preocupado?
Ella esbozó una sonrisa angelical.
—De hecho, sí.
—No es por eso —respondió, y antes de que pudiera cambiar de parecer, cerró la puerta y fue a prepararse el sofá.
Aunque tampoco importaba mucho. Esa noche no iba a poder dormir.
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Ayyyyyyyyyyyyyy, qué lindos caps. Ojalá se enamoren pronto.
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