miércoles, 12 de abril de 2017
MI MAYOR REGALO: CAPITULO 9
Lo mejor para quitarse a una mujer de la cabeza era otra mujer, se dijo Pedro. Estaba permitiendo que Paula se acercara demasiado a él.
Pensar en ella ocupaba gran parte de su tiempo, y eso era peligroso.
Si no ponía algo de distancia entre ambos, no sabía lo que podría ocurrir.
Por eso permitió que Richard Holman, su ayudante, le concertara una cita a ciegas.
Pedro se echó a reír. ¡Dios santo, sí que debía de estar desesperado!
Jamás había acudido a una cita a ciegas, ni siquiera en el instituto.
Pero un hombre siempre hacía lo que era preciso.
Afortunadamente, Karen Camp resultó ser una mujer increíblemente atractiva. Alta y de piernas esbeltas. Ni demasiado mayor ni demasiado joven. De unos treinta años, calculó Pedro. Divorciada y sin hijos.
La había llevado a Marshallton a cenar y a bailar. Y fue ella la que sugirió que la invitara a su casa. Al llegar, Pedro introdujo la llave para abrir la puerta. Karen le sonrió y lo besó. El la atrajo hacia sí para profundizar el beso.
Ella se retiró por fin.
—Quizá sea mejor que entremos.
—Sí, será lo mejor.
Pedro encendió las luces, se guardó las llaves en el bolsillo y luego ayudó a Karen a quitarse el abrigo. Mientras lo dejaba, junto al suyo, en una silla cercana, ella se despojó de los zapatos y se arrellanó en el sofá.
— ¿Quieres algo de beber? —Preguntó Pedro—. ¿Cerveza o whisky?
—Cerveza, por favor —Karen paseó la mirada por el apartamento—. ¿No te agobias en un sitio tan pequeño?
Pedro abrió el frigorífico, extrajo dos botellas de cerveza y les quitó las chapas.
— ¿Quieres tomarla en vaso? —vio que ella negaba con la cabeza y formaba con los labios un «no»—. Es la mitad de grande que mi apartamento de Alexandria, pero me conviene vivir cerca de Paula.Así puedo verla a diario y me tiene al lado si me necesita.
—Paula es la viuda de Leonel Chaves, ¿verdad? He oído decir que está embarazada. Debe de haber sido muy duro para ella perder así a su marido —Karen tomó la cerveza que le ofrecía Pedro.
El se sentó a su lado, se acercó la botella a los labios y tomó un generoso trago. ¿Por qué demonios había mencionado a Paula? La cita con Karen debía servir, en teoría, para ayudarle a quitarse de la cabeza a la tentadora señora Chaves
—Tiene muchos amigos —dijo Pedro—. Mucha gente que la quiere. Ella y el niño estarán bien.
—Desde luego, es afortunada al tenerte a ti —Karen dejó la cerveza en la mesa, se acercó a Pedro, le echó el brazo por los hombros y esbozó una sonrisa seductora—. Y, por lo que he oído, también el condado de Marshall ha tenido suerte. Pocos hombres aceptarían dejar temporalmente el FBI para venirse a un pueblucho como éste a cuidar a la viuda de su mejor amigo.
—Leonel y yo fuimos amigos inseparables desde niños. Incluso me salvó la vida una vez cuando éramos adolescentes. Hubiera hecho cualquier cosa por él.
Karen se pegó aún más a Pedro, apretándose contra su cuerpo, ladeando la cabeza de modo que casi le rozaba los labios con los suyos.
—Bueno, yo al menos me alegro de que hayas vuelto a Tennessee. Creo que voy a disfrutar teniéndote cerca.
Pedro soltó la cerveza junto a la de ella. Más que preparado para aceptar lo que Karen le ofrecía, la estrechó entre sus brazos.
Conforme reclamaba sus labios, la tumbó sobre los almohadones de plumas del sofá. En ese momento, oyó unos golpes leves en la puerta y una voz femenina que pronunciaba su nombre; pero antes de que Pedro pudiera separarse de Karen, Paula abrió la puerta y entró en la habitación.
—Oí el ruido del coche se me ha ocurrido venir para preguntarte si quieres... —Paula se detuvo, petrificada, después de haber avanzado unos cuantos pasos. Las mejillas se le tiñeron de un rojo intenso.
Comenzó a retroceder hacia la puerta—. Oh, lo siento mucho. No sabía que estuvieras con... Por favor, disculpad que os haya molestado —se dio media vuelta y huyó.
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Wowwwwww qué buenos los 3 caps jajaja.
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