domingo, 2 de abril de 2017
DESCUBRIENDO: CAPITULO 9
En su despacho, Pedro se pasó una mano temblorosa por el pelo.
Tomó el teléfono, volvió a colgarlo, fue hasta la ventana y miró por ella, sorprendido por la confusión que sentía en su interior. Pau le volvía loco, pero era la última mujer del mundo a la que debía conquistar.
¿Por qué iba a querer hacerlo? No tenía sentido. ¿Por qué iba a querer un vaquero del interior de Australia soñar siquiera con una senadora federal que tenía en su mano el poder de cambiar el curso de la nación?
No era su tipo, ni de lejos. Era ambiciosa y estaba muy centrada en su trabajo. El tipo de persona que nunca le había gustado. Se parecía demasiado a su padre.
A Pedro se le hizo un nudo en el estómago al pensar en su padre.
—Tener ambición, chico, es lo que necesitas. Un hombre no es nada sin ambición —solía decirle.
Para complacer a su padre, Pedro había escogido la meta de su vida con seis años: ser piloto de caza.
Para impresionarlo, se había pasado la niñez intentando sobresalir en todas las actividades que llevaba a cabo, pero su padre siempre había encontrado algo que criticar.
No obstante, él había aguantado porque había sabido que, algún día, haría que su padre se sintiese orgulloso.
Había hecho las pruebas de acceso con confianza, sabía que tenía la coordinación y la forma física necesarias para pasarlas, y las había superado todas, salvo la más importante: la prueba psicológica.
Sus examinadores habían sido diplomáticos, pero él había entendido el mensaje: no estaba hecho para pilotar un avión de combate. Querían a alguien despiadado, arrogante.
El tipo de hombre que su padre había querido que fuese. Y el tipo de hombre que él jamás podría ser.
Pedro había tardado años en aceptarlo y en contentarse con su manera de ser. Se conocía tan bien que sabía que Paula y él eran polos opuestos. Estaba seguro de que ella había pisoteado a personas para llegar donde estaba.
Era prepotente y poderosa. Tenía que serlo. Tal vez se viese movida por la necesidad de ayudar a los demás, pero también era posible que tuviese hambre de éxito.
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