domingo, 2 de abril de 2017

DESCUBRIENDO: CAPITULO 11




Había estado a punto de permitir que Pedro la besase.


Había deseado que la besase.


Había estado tentada a lanzarse a sus brazos.


Paula se quedó de pie junto a la puerta de su habitación, mirando por las puertas de cristal hacia el campo que se extendía fuera, sorprendida por lo cerca que había estado de estropear sus planes.


Había ido a Savannah a escapar de la presión de la ciudad y, sobre todo, de los periodistas que estarían encantados de convertir su embarazo en un escándalo. Y, sin embargo, esa noche había estado a punto de crear otro escándalo nuevo.


Con Pedro.


Casi podía imaginarse los titulares: «El nidito de amor de la senadora en el interior del país».


Había deseado que Pedro la besase. Había deseado poder olvidarse de sus obligaciones políticas, de que tenía cuarenta años y que no quería tener nada que ver con ningún hombre porque, de todos modos, siempre escogía mal. Había deseado olvidar que había ido allí a pasar sólo unas semanas. Había querido olvidar que estaba allí para centrarse en su embarazo.


Había querido olvidarlo todo, salvo el sensual brillo de los ojos de Pedro y la promesa que había en sus labios.


Le asustaba darse cuenta de lo débil que era. Después de años de disciplina y duro trabajo, después de sopesar las ventajas y los inconvenientes de ser madre soltera, esa noche había querido arriesgarlo todo y comportarse como una adolescente.


Menos mal que no había ocurrido nada.


A partir de entonces, tendría que tener más cuidado.




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