viernes, 3 de marzo de 2017

APUESTA: CAPITULO 36






—Alfonso, te toca —lo llamó uno de los organizadores, tirándole de la manga.


Pedro se había quedado paralizado, la mirada fija en el final del pasillo, donde Kieran estaba besando a Paula. Sentía como si el corazón se le hubiese astillado en mil pedazos y estuviese sangrando. ¿Es que nunca aprendería? Tiempo le había faltado a Paula para volver a los brazos de Kieran sin pensarlo dos veces, después de todo lo que habían compartido.


Así acababa todo.


Con una mirada vacía a los escalones que había a sus espaldas, se dio la vuelta y subió al escenario.


—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —le gritó Paula a Kieran cuando la soltó—. ¿Es que te has vuelto loco?


Kieran al menos tuvo la decencia de mostrarse avergonzado.


—El no te ama, Paula, no del modo que tú quieres.


La joven cerró los ojos con fuerza. Era increíble, se dijo, que los seres humanos, al estar dolidos, fueran capaces de decir siempre lo que más daño podía hacer a los demás.


—Kieran. por favor, no sigas.


—No. tengo que decírtelo, porque es necesario que abras los ojos a la realidad. ¿Crees que me habría dicho que tenía el camino libre si te amara tanto como piensas? ¿Harías tú eso si estuvieses en su lugar?, porque deja que te diga que yo no. No lo haría jamás.


Paula volvió a abrir los ojos, mirándolo espantada, y se apartó de él sacudiendo la cabeza. Ya había escuchado bastante, pero Kieran no parecía ser de la misma opinión.


—Si lo dejaras no iría tras de ti, y lo sabes. Si le importaras de verdad, ¿no crees que me lo habría dejado claro, que habría peleado por ti?


Paula no quería creerlo, pero Pedro se había comportado de un modo extraño momentos antes, cuando habían estado bailando, diciéndole que tendría que saber que quería que fuera tras ella.


—¿Y cuánto crees que duraría lo vuestro, Paula?, porque los dos sabemos que Pedro no ha logrado tener una relación de más de un mes en todos estos años. Sencillamente, es incapaz.


¡No!, gritaba el corazón de la joven, ¡era mentira, todo mentira! Cuando a Pedro le importaba algo, se entregaba en cuerpo y alma, como había querido a sus padres, como hacía con todas aquellas cruzadas en las que siempre andaba embarcado. Y ella necesitaba que se entregara a ella del mismo modo, sin reservas, con toda la pasión que le había demostrado.


—Acabarás haciéndote daño y sola, Paula, y yo no quiero que eso ocurra.


La joven se volvió hacia él con una mirada dura y fría, una mirada que Kieran no había visto jamás en sus ojos verdes.


—Cállate, no voy a escuchar una palabra más. Lo que haga con mi vida ya no es asunto tuyo. Dejó de serlo cuando traicionaste mi confianza. Yo superé aquello, y ahora tú tendrás que aceptar que ya no siento nada por ti. lo quieras o no. Y ruega por que Nieves no se entere de esto.


Paula dejó escapar un suspiro tembloroso, y se quedó mirando a Kieran. Probablemente no volvería a verlo jamás. 


Una mezcla de rabia y lástima la invadió.


Había llegado el momento de cerrar ese capítulo de su vida.


—Si yo fuera tú, iría corriendo a su lado, y le mostraría todo el amor y atención que pudiera. No te la mereces.


—Paula, escucha…


—No, escúchame tú, Kieran —lo cortó ella, dando un paso más hacia él—. Ya has pasado bastante tiempo compadeciéndote de ti mismo. Cualquiera daría lo que fuera por haber podido tener las oportunidades que tú has tenido, pero para ti eso nunca ha tenido ningún valor. Sal de mi vida, Kieran, no quiero volver a verte. No va a haber una segunda oportunidad, y hazte a la idea de que nunca la habrá.






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