jueves, 2 de marzo de 2017

APUESTA: CAPITULO 33




—Nunca había bailado con una reina de la belleza.


Paula alzó la barbilla indignada.


—No soy una reina de la belleza, soy la Dama del Lago. Hay bastante diferencia, ¿sabes?


Pedro se rió, y la hizo girar con él por la pista, mientras colocaba su mano derecha en el hueco de su espalda y la atraía más hacia sí.


—Por cierto, ¿te he dicho ya lo sexy que es ese vestido?


Paula enredó sus dedos en el cabello de la nuca de Pedro y sonrió.


—Me lo has dicho ya al menos cinco veces en los últimos diez minutos.


—Es que lo es, es la verdad.


—¿Seguro? —lo picó ella con una mirada seductora—. ¿No te parece que enseña demasiada pierna?


—Mmmm… —murmuró Pedro bajando la vista, como considerando la cuestión—. No, demasiada pierna jamás es demasiado —concluyó con un aire muy serio, haciéndola reír de nuevo.


La melodía de salsa que estaba tocando la orquesta tocó a su fin, y comenzó una más lenta. Paula apoyó la cabeza en el hombro de Pedro y le dijo con una sonrisa traviesa:
—¿Y bien? ¿Estamos preparados para la subasta?


—¿Por qué? ¿Has traído tu talonario?


—¿Quién ha dicho que vaya a pujar?


Pedro se fingió dolido.


—¿Vas a abandonarme a mi suerte ante todas esas solteras ávidas de pasión?


Bueno, en el peor de los casos podría ir de sujeta velas a la cita.


—Eso es un alivio —contestó Pedro—, porque yo ya estaba pensando en huir del país.


—Eres un copión, Alfonso. Lo de huir lo patenté yo —se rió ella.


—Cierto, y no se te ocurra volver a hacerlo —murmuró él con una sonrisa.


—¿Por qué? ¿No irías detrás de mí otra vez?


—Supongo que tendría que saber que tú querías que fuera tras de ti.


Paula advirtió que había apartado la vista, y que había una nota extraña, casi triste, en su voz al darle esa respuesta.


—¿Acaso no me conoces lo suficientemente bien como para saber si querría o no que fueses detrás de mí?


Pedro seguía evitando su mirada.


—Ojalá fuera así, pero me temo que no es tan sencillo.


—¿Por qué no?


—Porque tal vez sería mejor que… bueno, que dejara que fueras tú quien decidiese cuándo volver.


Paula pestañeó confundida.


—¿Qué quieres decir con eso?


—Pues que quizá, como la última vez, debería quedarme a un lado y esperar a que tú hubieses encontrado las respuestas.


—¿Respuestas a qué?


—Chaves, yo…


Sin embargo, no pudieron seguir la conversación, ya que, de improviso, uno de los organizadores del festival los interrumpió, poniendo su mano en el hombro de Pedro.


—Alfonso, tenemos que ir preparándonos para la subasta.


Pedro se quedó mirando a Paula un momento, como si quisiera terminar la frase, pero finalmente la soltó y esbozó una leve sonrisa mientras se alejaba con el organizador.


—Nos vemos luego, Paula.






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