domingo, 22 de enero de 2017
UN SECRETO: CAPITULO 23
Paula abrió los ojos y parpadeó ante la brillante luz del sol de febrero que se colaba por las ventanas. La habitación estaba en silencio. Nada se movía.
—¿Pedro?
No obtuvo respuesta. Él se había ido.
Y ella estaba de nuevo sola.
Se levantó de la cama y se dirigió al tocador. Pero no había ningún mensaje para ella. Buscó por la habitación para ver si había dejado una nota en otro lugar, pero fue en vano.
Con el corazón en un puño, se dirigió a la ducha. Como un zombi, se duchó y se secó.
Regresó a la habitación y agarró lo primero que sacó de su maleta; unos pantalones marrones y una camiseta verde, marrón y blanca. Estaba preparada para marcharse.
Cuando bajó a recepción, se puso a esperar en la cola y vio que los periódicos matutinos de Melbourne ya habían llegado. Estaban al lado de una bandeja con zumo de naranja. Tomó un vaso de zumo y se lo bebió. Agarró el suplemento del periódico y vio su propia cara.
El romance de Pedro en las carreras de potras, decía el titular. En la fotografía se la veía sonriendo a Pedro como una estúpida.
Precisamente aquello era lo que no necesitaba. Deseó que ninguna persona que la conociera viera el periódico, pero iba a ser difícil.
Briana vivía en Melbourne y también estaban los empleados de la tienda Alfonso de aquella ciudad. Y algunos diseñadores con los que trabajaba también vivían allí.
Apresuradamente leyó el artículo, en el que se vertían especulaciones sobre ella y el hecho de que trabajara para Pedro. También se hacía referencia a que él había perdido Miramare y, al final del artículo, aparecía una fotografía de Dario y Pedro de pequeños junto a su madre, que tenía en brazos a un bebé, Karen. La fotografía había sido tomada en Miramare
También había un resumen de las mujeres con las que había estado saliendo Pedro y un insidioso comentario sobre que no había salido con nadie durante dos años.
Si supieran…
A Paula le hizo menos gracia aún ver la fotografía en la que se veía a Pedro asistiendo a un evento en la National Gallery… con una pelirroja a su lado.
Frunció el ceño. Recordaba aquel fin de semana. Pedro había viajado a Melbourne por negocios, le había mencionado el acto… pero ella había supuesto que había ido solo. Había aceptado que él tuviera su propia vida social, sus propios amigos, pero aquello, aquella pelirroja, no había sido lo que habían acordado…
—¿Señora? —le dijo el recepcionista.
Paula se dio la vuelta y vio que no había nadie esperando en la cola delante de ella.
—Lo siento —se disculpó—. Mi nombre es Paula Chaves —añadió, dándole su tarjeta de acceso—. Me gustaría pagar la factura y marcharme.
El recepcionista comprobó los datos en el ordenador.
—La factura ya está pagada —informó.
—Debe de haber algún error… —dijo Paula.
—La factura fue pagada hace poco más de una hora.
Pedro.
—Y también hay un mensaje para usted, señora Chaves —añadió el muchacho, acercándole un sobre.
Paula lo tomó y sacó su contenido.
Gracias por una noche sensacional. Tengo que marcharme para asistir a una reunión. Te veré en el trabajo.
Pedro.
PD. Carga a mi cuenta ese excitante vestido. Quiero que pienses en mí cada vez que te lo pongas o que lo veas.
Enfurecida, una vez más Paula se sintió como una amante.
Para Pedro, ella no suponía nada más que una noche de pasión.
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Todo mal está haciendo Pedro. ¿Cómo la va a dejar sola en la mañana? Y después pagando la cuenta y el vestido. Va x mal camino así.
ResponderBorrarAy o Pedro hace todo mal o Pau ya no sabe como interpretar las cosas por que Pedro no es claro!! Ya quiero que Pau le cuente del bebé!!
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