sábado, 10 de diciembre de 2016

ENAMORAME: CAPITULO 22





La claridad de la mañana inunda la alcoba. La casa aún se encuentra en silencio. Volteo buscando la suavidad del cuerpo de la señorita Pau, cuando me topo con uno aún más tierno, suave y pequeño.


Entre medio de nosotros dos, encuentro a mis dos pequeños hijos durmiendo plácidamente. En ese instante mis ojos se topan con los de la mujer que amo contemplándome.


—Buen día señor Alfonso, como verá tenemos compañía.


—Eso veo señorita Pau, lamento informarle que esto es algo muy común entre nosotros tres. Mi dormitorio siempre fue de libre acceso —digo haciendo una mueca de lado con mi boca.


Sorprendentemente una gran sonrisa comienza a formarse en su rostro.


—Me alegra mucho escuchar eso querido señor, ya que hasta los ocho años me pasé a la cama de mi madre y encuentro algo muy tierno en ese gesto suyo.


Reímos


—Eso quiere decir que nos quedan unos cuatro años por delante y luego tendremos privacidad absoluta.


Aunque su risa cesa rápidamente y su ceño se frunce


—¿Es costumbre en ti, que tus hijos te encuentren con mujeres en la cama?


¿Pero qué mierda insinúa? ¡Que mi dormitorio es un maldito tiradero de mujeres! Un tanto molesto respondo:
—Jamás una mujer ha dormido en este dormitorio Pau.


—Ohh.


—Sí, ohh ¿y no entiendo cómo puedes pensar eso de mí?


Pero la descarada cambia de tema abruptamente. Toma asiento en la cama y apoyando sus manos en la frente comenta…


—Temo que cambie mi relación con ellos de ahora en adelante. Quizás asuman que van a perderte.


—No subestimes a los niños mi amor, ellos son más perspicaces de lo que podemos llegar a pensar. Sara hace semanas que me hace bromas sobre que tú y yo somos novios. Felipe directamente lo afirma.


—¿Novios? —repite para sí misma.


—¿No es eso lo que somos?


Y me regala una de sus cautivantes sonrisas, aunque no responde a mi pregunta. Sin embargo, continúa con el tema de los niños. Se encuentra hermosa. Con un pequeño pijama de short y musculosa, color negro y su rojiza cabellera alborotada.


—Nunca me dijeron nada al respecto. Pero hoy fueron muy naturales cuando se pasaron a la cama grande, como si vernos juntos fuera moneda corriente.


—Vamos hermosa, bajemos a desayunar… necesito recuperar energías por la maratón de anoche.


—¿Pancakes? —insinúa con picardía.


—Mmm… ¡si por favor!


Ella se pone de pie y naturalmente coloca una de las almohadas en la espalda de mi niña. Luego besa su frente y mi cerebro automáticamente piensa, lo mucho que me asombra su espontaneo amor y la naturalidad con la que se maneja con los niños. Pau se dirige a su habitación para tomar una ducha rápida y colocarse ropa limpia, mientras yo hago lo mismo.


Bajo el agua de la regadera, comienzo a pensar en que, el hecho que nos encontremos en dormitorios separados es cuestión de tiempo; porque es inminente el cambio de logística en nuestra relación. En esto, ya no hay vuelta atrás. 


Amo a esta mujer con toda mi alma, y me tiene cautivado con su naturalidad, descaro y buen humor. Hace años que ninguna mujer logra que el ogro Alfonso se ablande tanto.


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