jueves, 10 de noviembre de 2016

SOMBRAS DEL PASADO: CAPITULO 21




A la mañana siguiente, Pedro dejó a Paula haciendo la maleta y llevó a Chloe con su padre y Daniela, que estaban desayunando en la terraza.


Daniela se llevó a Chloe dentro para cambiarle el pañal y Pedro se quedó a solas con su padre.


–Estaba equivocado. Me cae bien Daniela. Me parece una buena mujer.


–Y a ella le caes bien. Me alegro de que hayas venido a la boda. Espero que vuelvas a visitarnos pronto –dijo Carlos e hizo una pausa antes de continuar–. A los dos nos gusta Paula.


Pedro no solía aspirar a tener relaciones duraderas con las mujeres con las que salía, pero, en este caso, no podía dejar de pensar en lo que le había dicho: «Quiero ser esa persona especial para alguien».


Según le había dicho, no buscaba un cuento de hadas, pero, en su opinión, confiar en que una relación durara de por vida era un gran cuento de hadas. Dudaba que hubiera un hombre capaz de cumplir el sueño de Paula.


–Es muy soñadora.


–¿Tú crees? –dijo su padre mientras echaba miel en un yogur–. No estoy de acuerdo. Creo que tiene las cosas claras. Es una joven muy lista.


–Lo es, pero, en lo que a relaciones se refiere, tiene tan poco juicio como…


–Como yo, ¿no era eso lo que ibas a decir? –preguntó Carlos, sirviéndole un café a Pedro–. Crees que no he aprendido la lección, pero cada relación me ha enseñado algo. A lo que no estoy dispuesto es a darme por vencido en el amor. Por eso he encontrado a Daniela. Sin todas esas relaciones, no estaría aquí ahora.


–¿De veras tratas de convencerme de que, si pudieras dar marcha atrás al reloj, no cambiarías nada?


–Así es. Para mí, no son errores. La vida está llena de altos y bajos. Todas las decisiones eran las correctas en su momento y cada una de ellas me llevó a otras cosas, algunas buenas y otras malas.


Pedro lo miraba incrédulo.


–Cuando mi madre se fue, te quedaste abatido. Temí que no lo superaras. ¿Cómo puedes decir que no te arrepientes de nada?


–Porque por un tiempo fuimos felices, e incluso cuando se rompió, te tenía a ti –explicó su padre antes de dar un sorbo al café–. Me habría gustado darme cuenta en aquel momento de lo mucho que te afectó para haber intentado evitar el daño que te causó.


–¿Así que volverías a casarte con ella y con Maria y con Carla?


–Por supuesto. El amor no tiene garantías, es cierto, pero es lo único en la vida por lo que merece la pena luchar.


–Yo no lo veo de esa manera.


–Cuando estabas empezando tu negocio y encontrabas algún obstáculo, ¿te diste por vencido?


–No es lo mismo. En mi empresa, nunca tomo decisiones basadas en sentimientos.


–Y ese es tu problema, Pedro.




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