jueves, 13 de octubre de 2016
SUYA SOLAMENTE: CAPITULO 12
Pedro hizo girar el coche para internarse en la sinuosa carretera que conducía a la villa. Venía con retraso. Tendría que ducharse y cambiarse deprisa antes de la cena, dispuesta para las siete como concesión a la recuperación de su madre. Las reuniones se habían alargado más de lo que esperaba y por alguna razón tenía ganas de llegar a casa, así que no había estado especialmente incisivo, ya que tenía la cabeza en otra parte.
¿Era por qué quería ver a Paula? ¿Por qué quería estar con ella? Este pensamiento inesperado le cruzó la mente por un instante. ¡Por supuesto que no! Sólo quería ver que todo iba bien, asegurarse de que, en su ausencia, ella no había hecho o dicho algo que no debía.
Apretó la mandíbula. No paraba de dar gracias por la recuperación de su madre. Y le tranquilizaba comprobar lo que su compromiso ficticio había contribuido en gran parte.
¡Pero no esperaba que se implicase en la boda con semejante agilidad! El día anterior había estado insistiendo en que concertase una cita con el sacerdote y fijara la fecha lo antes posible tras su última cita con el cirujano.
Cuando le dijese, como tendría que decirle, que todo se iba a posponer, iba a quedar decepcionada. Y él lo sabía. Pero entendería la importancia de una falsa y repentina crisis que le obligase a viajar a Nueva York, Madrid, Londres o donde fuera para solucionar temas de negocios antes de prepararse para su vida de casado. Ella había estado casada con el dueño de un conocido banco mercantil el tiempo suficiente como para saber que los negocios se anteponían a los temas personales. Una mentira más: desagradable, pero necesaria.
Sacar a Paula de allí, dado que su madre le había confesado que le había encantado, iba a ser un problema distinto. La excusa de que tenía que volver a Inglaterra para trabajar en la organización no iba a servirles, porque su madre sabía que él había intervenido y Paula ya no era necesaria allí.
Pero ya lo había solucionado: diría que su tía abuela estaba muy mayor y la necesitaba. Su madre entendería que sería cruel privar a una anciana de la compañía y los cuidados de su sobrina nieta, adoptada por ella y querida como una hija.
Así, el compromiso se iría alargando hasta que llegase un momento en que pudiese decirle que los largos compromisos no funcionaban y que la boda se había suspendido.
Esperaba que por entonces su madre estuviese mucho más fuerte y fuese capaz de soportar la decepción. Se lo recriminaría sin duda, pero a él no le afectaría demasiado.
No le gustaba la idea de tener pensamientos taimados, por decirlo suavemente, porque solía ser franco y engañar a alguien le dejaba mal sabor de boca. Pero en este caso el fin, que era la recuperación total de su madre, justificaba los medios.
Tenía que explicarle todo aquello a Paula. Relajó la mandíbula. ¡Por fin iba a acabar con su sufrimiento! Aunque había que reconocer que ella había actuado de modo más convincente de lo que él esperaba.
Su interpretación del papel de mujer profundamente enamorada era intachable. No era nada personal, porque ella sabía que la viabilidad financiera de la organización benéfica dependía de su cooperación en la farsa, pero la forma en que lo miraba, sus ojos soñadores, su rubor cuando él le sonreía y los destellos plateados que emitían sus ojos eran totalmente convincentes. Y al tocarla, al agarrarla de la mano y deslizar un brazo alrededor de su cintura para que se uniese a la conversación que él mantenía con Mamma, había notado su respiración agitada y se había percatado de lo acelerado de su pulso en la base de su cuello y de que sus labios carnosos se abrían. Le resultaba difícil encontrar un defecto en su actuación. Tenía una habilidad como actriz totalmente inesperada.
Igual que sus labios. ¿Actuaba también cuando reaccionó a sus besos? De algún modo, pensaba que no.
Inconscientemente, emitió una sonrisa suave y sensual.
¿Quién iba a pensar que aquel desecho cubierto de barro de su primer encuentro llegaría a transformarse en una belleza delicada y cautivadora?
Y tan excitantemente receptiva, además. Se sintió acalorado y su cuerpo reaccionó al recordarlo, desatando en él la necesidad imperiosa de abrazarla, hacerse con su boca y llevar las cosas más lejos… mucho más lejos.
¡Basta! Frenó el coche haciendo saltar la grava y salió cerrando la puerta con fuerza suficiente como para hacer añicos el silencio. ¡Acostarse con Paula Chaves, por muy tentadora que le pareciese aquella perspectiva, era un viaje que no pensaba emprender! Y obviando del hecho de que por ser su empleada le estaba estrictamente prohibida, no era su tipo.
Su tipo. Frunció las cejas. Altas, rubias, largas piernas, refinadas. Había estado brevemente comprometido con una mujer así y brevemente casado con otra. Pero eso fue antes de aprender, a base de errores, que el compromiso era sólo para los estúpidos. Y ahora las rubias, cuando le apetecían, seguían siendo altas, atractivas, elegantes, informadas y dispuestas a mantener una aventura superficial. Y todo funcionaba bien así, teniendo muy claras las reglas del juego.
Ergo, ¡Paula Chaves no era su tipo! Era muy menudita. Pero tenía un cuerpo perfecto y el pelo del color de una manzana acaramelada. Era dulce, cariñosa, no tenía reparos en contestar, era franca y honesta, y se sentía tan molesta por lo que él le había obligado a hacer que seguramente tenía pesadillas todas las noches al meterse en la cama.
Al meterse en la cama… Entró en la villa por una puerta lateral, subió a la primera planta por la escalera de servicio para evitar encontrarse con alguien, e intentó sacarse de la cabeza la conexión Paula-cama. Si le sugiriese una aventura, sin duda ella saldría corriendo. ¡Y gritando!
¡O le atizaría con el objeto que tuviese más a mano!
Y él, por una vez, no la culparía por ello. Era guapa, cariñosa, buena por naturaleza, y merecía muchísimo más.
Merecía alguien que la amase, la valorase y la apreciase.
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Uyyyyyyyy, la que se le viene a Pedro me parece. Está buenísima esta historia.
ResponderBorrarMuy buenos capítulos! Me da mucha pena la mamá de Pedro. Está tan ilusionada con la boda!
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