domingo, 9 de octubre de 2016

LA PROXIMA VEZ... : EPILOGO





Dieciséis de mayo.


—SIMPLEMENTE, no entiendo por qué has insistido en casarte el dieciséis de mayo —le dijo Lucinda Chaves a Paula, mientras le arreglaba el velo,


—Nos conocimos un dieciséis de mayo, hace dos años —explicó Paula con paciencia, mientras volvía a colocarse el velo tal como lo tenía antes—. Y no sé por qué te quejas acerca de mi lista de invitados. Con seguridad, doscientas personas han confirmado su asistencia. El dueño del restaurante está feliz.


—Por supuesto que lo está —indicó su madre—. Es probable que durante toda la semana no tenga tanta gente.


—Eso no es probable, pues es un restaurante muy popular —comentó Paula.


—Es una marisquería, Paula. A nadie se le ocurre celebrar un banquete de bodas en una marisquería.


—Tal vez no lo hagan los Chaves, pero sí lo hacen los Alfonso de Nueva York, Atlanta y Savannah. Para nosotros, tiene un significado sentimental.


—Supongo que en ese lugar os conocisteis —dijo su madre.


—Así es.


—De todas maneras me gustaría que lo ventilaran un poco —comentó su madre—. Todos nuestros invitados van a acabar oliendo a pescado


—Mamá, deja de quejarte. Ve a hablar con papá. Quiero ver a Pedro.


—¿A Pedro? —preguntó su madre sorprendida—. ¿No puedes esperar a verlo después de la boda, Paula?


—No.


—¡Paula! —exclamó su madre—. ¡Estás acabando con las tradiciones!


Vio a Pedro cuando estaba intentando hacer el nudo de la corbata de Kevin, sin conseguirlo.


—Permíteme —pidió Paula y lo aceptó—. Estas muy guapo, Kevin; tú también, Jonathan.


—¿Y yo? —preguntó Pedro.


—Se supone que no debo mirarte.


—Resulta evidente que has estado hablando con tu madre—indicó Pedro—. Ella no está contenta, porque no habrá una orquesta completa para tocar la marcha nupcial.


—Tendrá que conformarse con la flauta y la trompeta —respondió Paula.


—¿Cómo pudiste conseguir a esos dos músicos, los mismos que tocaban durante nuestra primera cita? —quiso saber Pedro.


—Una mujer desesperada puede hacer milagros —aseguró Paula.


—El anuncio en el periódico ha ayudado —comentó Eli, que llegó en ese momento—. ¿Acaso no queréis empezar la ceremonia?


—¿Qué sucede? —preguntó Paula con tono bromista—. ¿No puedes esperar a recibir el reconocimiento a tu talento como casamentera hasta después de la ceremonia?


—¿Casamentera? —preguntó Pedro con expresión confundida—. ¿Conozco a esta mujer?


—No, pero me conocerás —prometió Elisabeth—. Ya te recordaré, hasta el día de tu muerte, todo lo que me debes. Sin mí, Paula nunca habría tenido el valor de intentar convencerte de que te mudaras a Savannah.


—¡Eli! —protestó Paula con debilidad, pero su advertencia llegó demasiado tarde, pues Pedro ya había escuchado el comentario.


—¡Oh! —exclamó Eli.


—Así es —dijo Paula.


—Creo que será mejor que me vaya a echar un vistazo a las flores —sugirió Eli.


—Buena idea.


—¿De qué estaba hablando? —quiso saber Pedro.


—¿Te acuerdas del Día de San Valentín? —preguntó Paula.


—Sí, el día que vine aquí a buscarte.


—Bueno, no te dije que llamé a tu oficina esa misma mañana, y supongo que Helene tampoco te lo comentó, puesto que tú nunca dijiste nada.


—Es cierto —dijo él.


—¿Recuerdas que te dije que había estado pensando en algo, te pedí que tú hablaras primero? —preguntó Paula.


—Creo que sí.


—Bueno, había decidido intentar convencerte para que te trasladaras a Savannah y abrieras aquí una sucursal. Elisabeth fue la que sugirió la idea. Le dije a Helene que necesitaba verte con urgencia. Cuando te presentaste, creí que habías venido por eso.


Pedro empezó a reír.


—Supongo que lo que te dije te sorprendió mucho —indicó él.


—Se podría decir que sí —respondió Paula.


—Eso sólo prueba una cosa.


—¿El qué? —preguntó ella.


—Dos mentes que piensan igual se pertenecen. Seremos invencibles.


—Puedes apostarlo —aseguró Paula con voz suave, antes que él le besara la boca. Aquel beso estaba lleno de una ternura inmensa, y revelaba todo el amor que Pedro tenía para ofrecerle.


Era en definitiva, el principió de... una eternidad.


Fin


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