miércoles, 19 de octubre de 2016

AMANTE EN PRIVADO: CAPITULO 6







—¿Quieres las malas noticias o las buenas? —preguntó Nico cuando Paula entró en la agencia inmobiliaria a la mañana siguiente.


Tras haber pasado una noche sin dormir, durante la cual el asesinato y Pedro Alfonso habían inundado sus pensamientos, lo último que necesitaba eran más problemas.


—Dime lo peor.


—El piso de la finca de Cob Tree ya no está disponible para alquilar.


—Pero si ya estaba prácticamente acordado —protestó Paula—. Tengo que irme de mi casa antes del fin de semana.


—Lo sé —murmuró Nico compasivamente—. Los propietarios han llamado esta mañana para decir que han recibido una oferta de un comprador que no pueden rechazar.


—Oh, Dios —Paula se pasó la mano por la frente—. ¿Qué voy a hacer? Cliff me dijo que podía mudarme con él y con Jenny si era necesario, pero, ahora que ha nacido el bebé, no quiero causarles más problemas.


—Ha surgido una posibilidad —le dijo Nico.


—¿Quieres decir que hay una propiedad que puedo permitirme? ¿Está en Wellworth?


—Pues sí. Se trata de la casa Dower, indudablemente una de las propiedades más atractivas del pueblo.


—Con un alquiler altísimo —dijo Paula, sintiendo cómo sus esperanzas desaparecían—. Además, ¿no decías que habías encontrado nuevos inquilinos?


—Sí, y el consorcio que la ha alquilado me ha pedido que encuentre a un ama de llaves. He hablado con el director ejecutivo, Hank Molloy —prosiguió Nico—. La compañía para la que trabaja es una organización global y quieren que la casa sea una especie de base británica para sus altos ejecutivos. El señor Molloy dice que espera traer a sus nietos desde Tejas a finales de verano y que probablemente sea utilizada también en Navidad, pero, durante el resto del tiempo, la casa estará vacía. Quiere que haya un ama de llaves residente para que mantenga el lugar en condiciones.


—Pero yo ya tengo un trabajo en la gaceta —dijo Paula—. Y soy una pésima cocinera.


—No tendrías que cocinar. Sólo hacer la colada, supervisar a los de la limpieza, ese tipo de cosas. Podría ser la solución a tus problemas, Paula, por no hablar de los míos. Hank Molloy es un americano extremadamente insolente que lo quiere todo para ayer, y cuando le dije que quizá tuviera a alguien apropiado para el puesto, me envió el contrato por fax.


—¿Así que yo estaría contratada por la empresa del señor Molloy? —preguntó Paula.


—Sí, pero el contrato parece bueno; lo único malo es que tendrías que avisar con tres meses si quisieras marcharte.


—Eso no es un problema; no tengo prisa por irme a ningún sitio —murmuró Paula—. Suena demasiado bueno para ser verdad; no puedo evitar pensar que hay gato encerrado.


—Habla tú misma con el señor Molloy —dijo Nico mientras marcaba un número de teléfono y se lo pasaba—. Que te asegure que todo está bien.


Hank Molloy hablaba a toda velocidad, pero, después de su conversación, Paula se sentía más contenta de firmar el contrato. Sentía que le habían quitado un enorme peso de los hombros.


—Eres un genio —le dijo a Nico con una sonrisa—. No sé cómo darte las gracias.


—Para empezar, podrías cenar con tu agente inmobiliario favorito —bromeó él.


Paula dudó por un momento. Nico era un hombre fantástico, pero ella no estaba interesada y no sería justo para él hacerle creer que podrían ser algo más que amigos. Por otra parte, sólo era una cena. Había estado muy tensa desde que Pedro había aparecido y necesitaba algo, lo que fuera, para que desapareciera de su mente.




2 comentarios:

  1. Ahhhhhhhh, me encanta esta historia. Son perro y gato jajajaja.

    ResponderBorrar
  2. Muy buenos capítulos! Que curiosidad tengo por saber que fue lo que pasó con el hermano de Pedro y Pau!

    ResponderBorrar