lunes, 18 de julio de 2016

RENDICIÓN: CAPITULO FINAL




Se casaron en Irlanda un mes antes de que su bebé naciera. 


Asistió toda la familia de Paula: su padre, sus hermanos y sus familias llenaron la pequeña iglesia. Cuando se retiraron al hotel que habían reservado, la fiesta aún seguía al más típico estilo irlandés. Su familia irlandesa le dijo que, en cuanto el bebé naciera, lo celebrarían como se merecía. El alcohol no dejaría de correr durante al menos dos días. Al escuchar aquello, Pedro se echó a reír y les dijo que antes de que el bebé descubriera lo maravillosa que puede ser una fiesta irlandesa, tendría que descubrir las maravillas de acompañar a sus padres de luna de miel. Los dos habían acordado que el bebé los acompañaría fueran donde fueran.


Amelie nació sin problemas con más de cuatro kilos de peso, cabello oscuro y unos enormes ojos castaños.


Raquel, que estaba encantada ante la perspectiva de tener una hermana, se mostró maravillada cuando fue a verlas al hospital y se asomó a la cunita que Paula tenía junto a la cama.


Mientras observaba la escena, Pedro no pudo evitar pensar que eran la imagen de la familia perfecta. Su hermosa esposa, radiante a pesar de estar agotada por el parto, no podía parar de sonreír a la niña que tenía entre sus brazos. 


Mientras tanto, Raquel, la hija que había creído perder para siempre, estaba junto a ellas. El cabello oscuro le caía como una cortina sobre madre e hija y acariciaba suavemente la regordeta y sonrosada mejilla de su hermana.


Si Pedro hubiera podido embotellar en el tiempo aquel instante, lo habría hecho. Se limitó a acercarse al pequeño grupo sabiendo por fin que aquello era la esencia de la vida.





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