viernes, 24 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 31




Los gritos de Paula se oyeron en toda la casa. Judy no se detuvo ni aunque le suplicó con lágrimas en los ojos que detuviera aquella tortura. Después de media hora Pedro entró descompuesto en la habitación- Ya está bien.


-¡Todavía no!- dijo levantando su pierna mientras Paula chillaba.


-¡He dicho que basta!-gritó Pedro acercándose.


Judy dejó la pierna delicadamente sobre la camilla plegable que habían colocado en su habitación mientras Paula sollozaba de alivio.


-¡Está sufriendo!- Pedro se acercó a la cabecera y le acarició su cara pálida.


-¡Le tiene que doler para mejorar! La rehabilitación es dura con una lesión como la suya. Los tendones, la rodilla y la cadera. Le va a doler al principio.


Pedro miró a Paula a los ojos- Nena, ¿estás bien?


-Esto es culpa tuya- dijo llorando como una niña.


-Lo sé- dijo pálido acariciando su frente.


-Ahora dame un beso y lárgate de mi habitación.


Él sonrió y se acercó para darle un suave beso en los labios. 


Al apartarse de ella se pasó una mano por su pelo negro nervioso- Me voy de la casa porque no lo soporto.


-Muy bien- dijo Judy acercándose otra vez a su pierna.-Será lo mejor para evitar los dramas.


Paula soltó una risita sin darse cuenta y Pedro la miró con una ceja levantada.- Sabes que han salido todos despavoridos de la casa para no escucharte.


-Es una exagerada.


-¡Exagerada!-gritó porque creían que era un quejica- ¡Me gustaría veros a vosotros en mi situación, malditos desalmados!


-Así está mejor- dijo Judy- Te prefiero furiosa que lloriqueando todo el día.


Atónita vio como Pedro salía de la habitación- ¡Estáis chiflados, estáis todos como cabras y en cuanto puede arrastrarme de este país, me vuelvo a Nueva York!


-Muy bien. Pues vamos allá.


Judy tenía razón. Cuando terminó con ella estaba agotada. 


Tanto que se quedó dormida en el sofá de mimbre del porche después de comer. Sintió como la levantaban y abrió los ojos- Duerme, nena.- dijo Pedro besándola en la coronilla- Te despertaré en una hora.


-Tengo que ir al despacho a trabajar- susurró contra su cuello.


-Ya irás- la tumbó sobre la cama y gimió dolorida.-Tienes mucho tiempo.






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