miércoles, 22 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 26






Al día siguiente quiso salir al porche para sentir el sol. 


Llevaba encerrada tanto tiempo que necesitaba estar fuera.


Se sorprendió al ver fuera un caballete y todas las cosas necesarias para pintar. Miró a su padre que estaba empujando la silla y sonrió –No tenías por qué hacerlo.


-Cariño, ha sido Pedro.


Ella perdió algo la sonrisa- ¿Ah sí?


Empujó su silla y se sentó frente a ella en la barandilla-Sé que estás resentida por todo lo que ha pasado, pero él lo hacía por tu bien. Y está muy arrepentido. Quiere que estés lo más cómoda posible.


Paula desvió la mirada al caballete- Cariño, tengo que volver a casa.


-Sí, claro.


-Me quedaría pero en el trabajo no me dan más vacaciones y…


Ella lo miró- Papá, lo entiendo. No te preocupes. Aquí estaré bien y estaré en casa antes de que te des cuenta.


Su padre la miró unos segundos y sonrió- ¿Sabes? Ahora que conozco a esta gente y el sitio, no me importaría nada que te quedaras a trabajar aquí.


-¿Estás hablando en serio?- después de todo lo que había pasado esperaba que quisiera que se fuera en el primer avión disponible.


-Sí. Y Pedro no es mal hombre. Me gustaría como yerno.


-¡Papá!- se sonrojó intensamente haciéndolo reír. Ella sonrió pues hacía días que no lo oía reír.-No tiene gracia.


-Tendría unos nietos guapísimos.


-No voy a quedarme- dijo entre dientes todavía más sonrojada.


-Voy a hacer la maleta. Salgo por la mañana.


Cuando se quedó sola miró todo lo que le había llevado Pedro. Y al revisar todo el material encontró un block de dibujo para hacer bosquejos y cuando lo abrió ponía en la primera página “Lo siento”. Apretó los labios viendo esas palabras intentando retener las lágrimas.


-¿Nena?- Volvió la vista y allí estaba Pedro mirándola con el ceño fruncido.- ¿Estás bien?


-¡Sí!- tiró el block al suelo furiosa- ¡Si crees que te voy a perdonar por unas pinturas vas listo!


Él la miró confundido- ¿Qué?- se acercó a ella y cogió el block del suelo. Abrió la primera hoja y se le heló la mirada al ver la frase. Paula se dio cuenta que no lo había escrito él. Furioso cerró el block.- Mira. Siento lo que pasó pero como ya te he dicho no lo he hecho a propósito. ¡Nunca he querido hacerte daño y esto no lo he escrito yo! –Tiró el block sobre la mesa que contenía todas los enseres de pintura y se acuclilló a su lado.- Pero escúchame bien….Te dije la primera vez que nos acostamos una frase que era totalmente cierta y hasta que no te des cuenta de que a ti te pasa lo mismo no voy a parar.


Se acercó y la besó apasionadamente mientras que ella intentaba apartarse empujándolo por los hombros. Cuando se separó de ella, entró en la casa muy serio pegando gritos sobre quien había metido las narices donde nadie le llamaba. Ella con la respiración alterada miró a su alrededor confundida pensando de qué narices le había hablado.


Se pasó la mitad del día intentando descubrir que frase le había dicho pero en aquella ocasión estaba algo ida de deseo, así que ni aunque la mataran no sabría de qué hablaba.


Al día siguiente su padre fue hasta su habitación para despertarla y despedirse. Paula le abrazó- Llámame cuando llegues- dijo intentando retener las lágrimas.


-Cuídate, hija- le dijo apartándose y mirándola a los ojos. –Y no te rindas.


-¿Qué quieres decir?- susurró sorbiendo por la nariz.


Su padre sonrió con pena- He entendido que tienes que vivir tu vida a tu manera. Pero no me gustaría que por una decisión precipitada pudieras perderte algo esencial en tu vida. Tu madre y yo estaremos ahí siempre. Sé que cuando me vaya te sentirás algo sola.- Paula ya no pudo retener las lágrimas y su padre se las limpió- y que vas a pasar momentos duros con la rehabilitación, pero piensa siempre en lo que puedes conseguir después. Nunca te rindas, hija. Y no lo digo sólo por la lesión. En la vida las cosas que merecen la pena a veces cuesta mucho conseguirlas.


-No voy a rendirme papá.


Su padre sonrió y la besó en la frente- Te llamaré cuando llegue. –la miró divertido- Tu madre me va a someter a un interrogatorio intenso y tendré que amarrarla a la pata de la cama para que no se suba al primer avión.


-En cuanto le digas la verdad, dile que me llame.


Se volvió y fue hasta la puerta. Sorprendida vio a Pedro mirándolos desde el vano. Ella le miró a los ojos e inexplicablemente sintió su apoyo. Tomó aire y miró al techo.


 –P...- ella le miró- si necesitas algo Cris se queda aquí y el helicóptero está siempre preparado.


-Estoy bien.- dijo mirando otra vez al techo.


Él suspiró saliendo de la habitación y ella apretó los labios sintiéndose una desagradecida.






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