miércoles, 22 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 25





Cuando despertó se sentía mucho mejor. Parecía que era de noche y miró a su alrededor para ver que la enfermera estaba sentada en una silla leyendo un libro de medicina.- ¿Judy?


La enfermera levantó la vista y sonrió- Ha dormido mucho- dijo levantándose.- ¿Quiere hacer pis?


Eso era de lo más humillante. Que una desconocida tuviera que ayudarla a aliviarse era humillante.


Después la aseó porque estaba acalorada –Sí, aquí hace algo de calor. ¿Le apetece algo de cenar?


-No, gracias. Pero tengo sed.


-Voy a por agua fresca.


Salió de la habitación y ella miró a su alrededor haciendo una mueca- Menudo mausoleo.- dijo entre dientes mirando un aparador que debía ser del siglo diecisiete. Arrugó su naricilla mirando un cuadro que era muy oscuro y entrecerró los ojos intentando descubrir que representaba aquello. –Quien decoró esto debía estar ciego.


-Te he oído- dijo Pedro mirándola divertido desde el marco de la puerta. Estaba muy guapo con una camisa blanca y un pantalón negro.


-Me alegro. A ver si abres los ojos y tiras ese cuadro tan horrible del hall. –señaló la pared de enfrente –y ese también.


Él se acercó sonriendo- Así que no tiene gusta la casa.


Se encogió de hombros.-No, si la casa es preciosa. Son los muebles los que son horribles. Aunque ni si quiera eso. Seguro que puestos de otra forma puede estar mucho mejor.


-Vaya, gracias- dijo irónico. Al lado de su cama la miró de arriba abajo. La enfermera no le había puesto la sábana para que no pasara calor y sólo llevaba puesto un camisón blanco por encima de las rodillas. Se sonrojó ligeramente – ¿Te duele?


-Ahora no.


Afortunadamente entró la enfermera con una jarra de agua. 


Cuando se acercó a ella extendió la mano para que la ayudara a levantarse, pero Pedro le cogió la mano antes de darse cuenta levantándola suavemente. Colocó las almohadas para que estuviera cómoda y demasiado cerca para su gusto le preguntó – ¿Así está bien?


-Sí, gracias- susurró antes de desviar la mirada hacia la enfermera que le dio el vaso de agua. Bebió sedienta y cuando terminó intentó ponerlo sobre la mesilla pero Pedro se lo quitó de la mano.


-Voy a traerle algo de cena.


Ella iba a protestar pero Pedro le dijo –Ya sabes lo que ha dicho el médico.


-Sí.- susurró incómoda. No lo quería cerca, la ponía nerviosa.


-Pau, mírame.


-¿Es una orden?


Él suspiró.-Está bien –dijo alejándose- Ha llegado el ordenador nuevo y está instalado en el despacho por si quieres hablar con tu amiga.


Levantó la vista para verle salir de la habitación. No era justo que ahora la tratara tan bien.





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