jueves, 23 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 27





Se sentía confundida. Estaba con la pierna destrozada y encima se sentía culpable de no tener una sonrisa todo el día en la cara. En un primer momento culpó a Pedro de lo que había pasado por obligarla a hacer algo que no quería. 


Pero tenía que reconocer que también era culpa suya. No tenía que haberse subido a ese caballo nunca. Había vivido esa misma experiencia en el pasado y tenía que haber sido más firme en negarse. Pero había confiado en él y eso era lo que realmente le había dolido. Él había soltado las riendas…


Se limpió las lágrimas enfadada al llorar por eso. Era una tonta.


-Señorita ¿qué ocurre?- vio aparecer a la enfermera e intentó sonreír- No se preocupe antes de darse cuenta verá de nuevo a su padre.


-Sí.


-¿Qué tal si la aseamos y la ponemos guapa?


-Eso sí que va a ser misión imposible.- dijo cogiéndose un mechón de sus rizos rubios. Estaban apagados y sin brillo.


-Eso lo arreglo yo con una buena mascarilla- dijo decidida.


Le habían lavado la cabeza sólo una vez en el hospital y su padre se había desesperado porque le dolía la espalda al forzarla en una posición muy incómoda. Pero en casa no era igual.


Judy no dudo en sacarla de la casa, con Gwen y Cris preparadas para la batalla. Las miró con desconfianza- ¿Qué vais a hacer?- preguntó al salir al porche y al ver una silla de madera con una mesa con champú y varias cosas más.


-Te vamos a duchar.


Levantó una ceja sin comprender- ¿Cómo?


-El sistema es muy sencillo- dijo Gwen –Te sentamos ahí y te lavamos la cabeza.


Atónita miró alrededor- ¿Y si me ve alguien?


Todas se giraron divertidas- ¿Estás de broma?- preguntó Cris.- Y si viene alguien, eso que se lleva.


-Vamos a sentarla.-dijo Judy.


La sentaron con cuidado en la silla de madera manteniendo siempre la pierna en posición con otra silla de apoyo. 


Después le quitaron el camisón y antes de darse cuenta Gwen le tiró un cubo de agua por la cabeza. El chillido de
Paula se tuvo que oír a kilómetros de distancia- ¡Está fría!
Gwen hizo una mueca- Me he confundido de cubo.


Judy se aguantaba la risa- Sí, reíros- dijo Paula indignada- Aprovecháis que no me puedo mover, pero cuando pueda levantarme ya veréis- dijo indignada.


-No está tan fría- Gwen cogió el champú y se echó un montón en la palma de la mano- No seas quejica. El agua fría es buena para la circulación sanguínea.


Paula puso los ojos en blanco y Cris se echó a reír. Gwen le empezó a enjabonar la cabeza mientras Judy le tendió una esponja. Sonrió porque podía hacerlo ella por primera vez en muchos días. Se enjabonó bien el torso y cuando terminó, lo único de su cuerpo que no tenía espuma era la pierna lesionada. –Bien, segundo cubo- dijo Cris dirigiendo la operación.


-Eh, eh-dijo ella mirando el cubo con desconfianza.


-Está templada, pesada. –Gwen se lo tiró encima y Paula volvió a chillar.


-Por Dios ¿queréis matarme de una pulmonía?


-Debe haberse quedado fría- dijo Gwen sin darle importancia dejando el cubo y cogiendo otro.


-¿No habéis calentado el agua?- preguntó asombrada al ver que Cris traía otro del interior.


-Sí, hombre. ¿Sabes cuantos cubos vamos a gastar con esta mata de pelo?- Judy se reía sin esconderlo- ¿Qué tal si lo cortamos?


-¡No!- protestó ella haciéndolas reír a carcajadas.- ¡Se lo diré a Pedro!


-¿De veras?- Cris le guiñó un ojo a Gwen y ella lo vio.


Estaba atónita. ¿Lo habían hecho a propósito para que se lo dijera a él? Entrecerró los ojos- No va a funcionar.


-¿El qué?- preguntó Gwen antes de tirarle otro cubo agua.


-¡Queréis que hable con él!


-¿Y qué tiene de malo?- Judy cogió un bote y lo abrió cogiendo la mascarilla.- Es un hombre atractivo que se preocupa por usted.


-¡Eso será ahora! ¡Porque hace días no era así!


-¡Eso no es cierto! –Protestó Cris.- ¡Lo que pasa es que es muy cabezota y siempre quiere salirse con la suya!


-¡Y he sido yo la que he sufrido las consecuencias!- gritó fulminándola con la mirada señalando su pierna.


Cris chasqueó la lengua. –No lo hizo a propósito.


-¿Crees que no lo sé?-gritó fuera de sí- ¡Pero confiaba en él y me soltó cuando me dijo que no lo haría!-Las tres la miraron muy serias – ¡No tenéis derecho a decirme como me debo sentir, ni lo que debo dejar pasar por alto! ¡No estáis en mi situación, ni habéis vivido lo que yo he pasado con él desde que lo conozco!


-No llores, Pau. No queríamos alterarte.- dijo Gwen preocupada.- Solo queríamos…


-Lo sé- susurró cerrando los ojos.- pero no tiene solución.


Se quedaron en silencio mientras Judy le hidrataba el cabello. Le echaron otro cubo de agua aclarándolo y Judy la secó en silencio.


Antes de cepillárselo la volvieron a sentar en su silla con un camisón limpio. –Dame el cepillo- le dijo a Judy –ya me lo cepillo yo.


-¿Está segura, señorita?


-Sí. Todo lo que pueda hacer sin ayuda quiero hacerlo yo.
Judy sonrió y le tendió el cepillo.


Cuando recogieron, la dejaron sola. Después de un rato ya se había cepillado su melena y suspiró mirando el cepillo. 


Cuando oyó el sonido de un caballo galopando, levantó la cabeza y abrió los ojos como platos al ver al potro. – ¡Cris! ¡Cris, ven aquí!- gritó viendo que el potro pasaba ante la casa.- Mierda.


Cris salió corriendo-¿Qué ocurre?


-Se ha escapado el potro- dijo señalando el caballo. 


Entonces entrecerró los ojos cuando el potro se desvió yendo hacia la casa.- ¿Qué hace?


-Creo que viene hacia aquí- dijo la tía de Pedro acercándose a la barandilla.


Sonrió viéndolo acercarse reduciendo el paso a medida que se acercaba- Hola, bonito- susurró ella alargando la mano.


No podía llegar hasta su morro y Cris la acercó todo lo que pudo.- Te he echado de menos- acarició su quijada. Sonrió radiante mirando a Cris- Ha venido a verme.


-Increíble. Cuando se lo cuente a Pedro no se lo va a creer.


Dos hombres a caballo se acercaban y el potro se puso nervioso- Shuss, no pasa nada- dijo abrazándolo y besándole.


Los hombres eran Jose y Alvaro.- Pensábamos que no lo íbamos a encontrar.- dijo Alvaro divertido empujando su sombrero hacia atrás.


-Ha venido a verme.- se podía ver la felicidad en sus ojos y los hombres sonrieron.


-Está muy hermosa esta mañana- dijo Jose sonrojándose un poco.


Alvaro le fulminó con la mirada haciéndola reír- No es cierto, pero gracias.


-Cierra el pico- dijo Alvaro. Jose se sonrojó todavía más provocando las risas de Cris y Paula.


-¿Nos lo llevamos?


Le daba pena dejarlo ir pero tenía que volver tarde o temprano. –Darme las riendas.


Los dejó con la boca abierta.-Señorita nunca se ha puesto un bocado.


-Pues ya va siendo hora.


Gwen apareció con una manzana en trozos y se la entregó a ella- Gracias- le dio la manzana al potro- Ir a por el bocado mientras hablo un rato con él.


Jose salió disparado. Paula bajo la atenta mirada de los demás habló con él un rato hasta que lo miró a los ojos- ¿No tienes nombre?


-No, Pau. No tiene.- dijo Alvaro apoyado en el pomo de su silla observándola.


-Pues hay que ponerte uno.-le acarició entre los ojos – ¿Te gusta Pegaso?- miró a los demás- ¿Hay alguno que se llame Pegaso?


-No- Cris alargó la manó lentamente y le acarició el cuello.- Ahora ya se deja tocar.


-Dentro de nada podrá ser montado. ¿Verdad amor?- sonrió cuando la hociqueó.- Eres un mimoso.


Jose llegó a toda prisa con el bocado en la mano y se lo tendió a Judy guiñándole un ojo. Paula se echó a reír al ver que había dejado a la enfermera algo descolocada.


Se lo entregó a ella y lo colocó sobre su regazo un rato sin dejar de hacerle mimos. – ¿Ves esto?- le preguntó- Pues es para que te pueda guiar y te lo voy a poner.


Con paciencia se lo intentó colocar pero Pegaso se negaba hasta que ella dijo firmemente- Si quieres azúcar te lo tengo que poner.


Dejando a todos de piedra Pegaso se quedó quieto y ella se lo colocó. –Buen chico.- le besó en la frente. Gwen le colocó unos terrones de azúcar en el regazo y ella le dio uno.- ¿Ves? No ha sido tan difícil.


Se sintió impotente porque no podía caminar guiándolo –No te puedo acompañar, pequeño- dijo con tristeza.- Pero te acompañará Alvaro.


-Claro, Paula.- dijo el capataz.- Lo haré con cuidado.


Asintió reteniendo las lágrimas. Le daba pena no poder ir con él para que se sintiera seguro.-Yo estaré aquí, ¿me oyes? Mirándote.


Le entregó las riendas a Alvaro que se acercó subido a su caballo y se alejaron lentamente- ¡Muy bien, Pegaso! Lo haces muy bien. Alvaro, dale un terrón al llegar.


-Sí, jefa.


-Estoy impresionada.-dijo Cris mirando cómo se alejaban.-Ahora entiendo lo que quería decir Pedro con que tenías mano para los caballos.


-Sí, una mano increíble- dijo irónica señalando la pierna.


Todas se echaron a reír al escucharla.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario