domingo, 26 de junio de 2016

EL PACTO: CAPITULO 6




A las diez de la mañana siguiente, Paula se moría por un café y un baño de espuma, y desearía no haber oído hablar jamás de Alfonso House. Allo, el diseñador al que había sido asignada la odió al instante. Aunque lo cierto era que Allo parecía odiar a todo el mundo.


Tras cambiar de idea por tercera vez, le pidió de nuevo las tijeras y Paula trotó obediente hasta la mesa donde todas las herramientas de Allo estaban perfectamente ordenadas.


Se las entregó y esperó la siguiente andanada de órdenes.


—Non, non, non —Allo arrojó las tijeras al suelo—. Te dije alfileres. Presta más atención.


—Alfileres. Marchando —murmuró ella mientras regresaba a la mesa.


Decidió que al día siguiente llevaría zapatos planos y un frasquito de cianuro para aromatizar el té de Allo. Al menos fantaseó con ello tras la cuarta taza que le preparó.


¿Quién era ella para cuestionar el talento de Allo, responsable del éxito de Alfonso House con su línea de trajes de noche? Esperaba poder aprender algo del genio. Si conseguía no matarlo antes.


Si hacía caso de los rumores, ningún ayudante de Allo duraba más de dos meses.


No era de extrañar que la llamada de Bettina hubiera logrado sus frutos tan rápidamente.


Lo único que tenía que hacer era idear una estrategia para tropezarse con Valeria y sacarle toda la información secreta sobre sus planes para dinamitar la posición de director ejecutivo de Pedro. Pan comido.


Al mediodía, Paula contempló agotada la ensalada mustia y el trozo de carne en la cafetería del edificio. La sesión de compras en Barney’s había sido una pérdida de tiempo, pues allí todo el mundo vestía diseños de la casa, un pequeño detalle que Pedro debería haber mencionado. Pero se había gastado todo su dinero y debía conformarse con el plato del día.


—Yo no probaría el filete Salisbury.


Paula reconoció a Janelle, la chica de recursos humanos.


—¿Eso era?


—Les gusta hacer trabajar nuestra imaginación —Janelle rio.
No era habitual que las mujeres se mostraran tan amistosas con ella y Paula necesitaba desesperadamente una amiga si pretendía sacar alguna información útil para Pedro.


—¿Y qué le recomendarías a alguien con mi presupuesto?


—Pollo —Janelle señaló unas irreconocibles bolas—. No sabe a nada, ni siquiera mal.


—Entendido —ella tomó una bandeja—. ¿Algún otro consejo? Aparte de no aceptar trabajar para Allo. Eso ya lo he descubierto yo solita.


—Lo siento mucho —la joven sonrió amablemente—. En recursos humanos hemos decidido hacer lo que sea para convencerte de que te quedes. Allo nos genera más papeleo que el departamento financiero. Siéntate conmigo y te pondré al día.


Agradecida, Paula siguió a Janelle hasta una mesa vacía. Pero no fue hasta terminada la comida que consiguió un momento de descanso.


—Tengo que volver al trabajo —su nueva amiga consultó el reloj—. ¿Irás a la gala de Garment Center esta noche?


—No lo sé. ¿Qué es eso?


—Se supone que Samantha debía invitarte. Le dije que te enviara un correo electrónico —Janelle pareció molesta—. Alfonso House apoya la iniciativa para salvar Garment Center y esta noche hay una gala benéfica. Valeria Alfonso, vicepresidenta de marketing, la organiza y quiere que asistan todos los empleados. Le hace quedar bien.


¿Y qué mejor lugar para conocer a la hermana de Pedro que un evento social?


Además, era una gala benéfica de la industria de la moda.


 Para morirse de gusto.


—Allí estaré.


En cuanto Janelle estuvo lo bastante lejos, llamó a Pedro.


—¿Tienes alguna noticia que darme? —preguntó él secamente.


—Esta noche hay un evento —susurró ella—. La gala de Garment Center. Valeria asistirá, y yo también. Será una oportunidad para hablar con ella sin levantar sospechas.


—Excelente —Pedro pareció relajarse—. Había olvidado la gala. Tienes razón, es perfecta.


—Solo hay un problema. No tengo nada que ponerme.


—Eso no es ningún problema —contestó Pedro—. Da la casualidad de que conozco a un par de personas en la industria de los trajes de noche. Me pasaré por tu hotel a las seis.


—No sabes qué talla uso.


—Cariño —él rio—. Soy un Alfonso, esa afirmación es insultante. Confía en mí.


Las últimas palabras consiguieron que Paula sobreviviera a toda la tarde con Allo, el maestro del terror.


Aquella noche estaría un paso más cerca de conseguir la firma de Pedro en los papeles del divorcio. Después regresaría a Houston y empezaría su nueva vida de adulta.


Ese era el plan, aunque temía que pasaría el resto de su vida soñando con el hombre del que se había divorciado. 


¿Cómo se había complicado tanto la firma de un simple papel?



No hay comentarios.:

Publicar un comentario