domingo, 22 de mayo de 2016

DURO DE AMAR: CAPITULO 8





Entré sigilosamente para encontrar a Lily plantada delante de la televisión, felizmente mirando sus caricaturas. Me dirigí de nuevo a la cocina para preparar su merienda. Mientras untaba mantequilla de maní en el pan, sacudí la cabeza con incredulidad ante el hecho de que Paula en realidad se presentó. Y dudé firmemente que fuera para regañarme, como ella había dado a entender. Pude leer la curiosidad en su rostro tan claro como el día.


También podía decir que era demasiado formal y correcta como para dejarse llevar por sus deseos espontáneos. Conozco a las de su clase — pendientes de diamantes, un reloj caro, y las expectativas demasiado altas. Las chicas como ella no elegían a tipos como yo. No, querían a un sinvergüenza llamado Scott que fuera educado y se sentara detrás de un escritorio todo el día, haciendo quién sabe qué jodida cosa, pero consiguiendo un bonito y gordo cheque cada semana.


Tenía el rostro de un ángel. No había podido resistirme a rozar mis dedos sobre su piel para ver si se sentía tan suave como parecía. Y cuando sus ojos se cerraron ante mis caricias, mi polla se sacudió en mis vaqueros. 


Tenía veintidós años, no quince, pero maldita sea si mi pene lo sabía.





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