sábado, 28 de mayo de 2016

DURO DE AMAR: CAPITULO 28






Ian llegó justo cuando el juego estaba a punto de comenzar.


Echó un vistazo a mi mesa de café e hizo un gesto a los seis paquetes de cerveza y la caja de pizza para llevar con el ceño fruncido. —Oye, ¿dónde están las alas?


Negué con la cabeza. —No estoy de humor. —Eso me recordaría demasiado a Paula. Maldita sea, ver su boca dulce desgarrar la carne del hueso y su lengua rosada lanzándose a atrapar una gota de salsa de barbacoa... no, no habría alas esta noche.


Se dejó caer en el sofá, tomando una cerveza.


—¿Has estado trabajando mucho? —Ambos sabíamos que no preguntaba acerca de la construcción. Normalmente manteníamos la política no preguntes, no me cuentes cuando se me ocurrió incursionar en el porno, pero había hablado de más acerca de que Paula me había dejado por ello, y que por eso había estado tan miserable.


—Nop. He pagado las facturas que necesitaba, y ahora me estoy manteniendo fuera de toda esa mierda.


Asintió, bebiendo su cerveza. —¿Y Paula?


Mantuve mi boca en una línea apretada y sacudí la cabeza.


—¿Aún? Maldita sea, eres terco.


Vacié mi botella y agarré una cerveza fresca, manteniendo mis ojos pegados en el juego.


—¿Cómo soy terco?


—Porque me estás diciendo que ya no estás haciendo porno... y la razón de que Paula te dejó era porque estabas haciendo porno...


—Sí, supongo que sí —gruñí, recogiendo mi botella.


—¿Y no ves lo estúpida que es esa lógica? —Ian negó con la cabeza—. Ve tras ella, hermano. Deja de ser un jodido maricón.


—Déjalo, hombre. Nunca funcionaría entre nosotros, de todos modos. — ¿Funcionaría?





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