viernes, 29 de abril de 2016

MI CANCION: CAPITULO 15





–Oye, dormilona, hemos llegado a casa –Pedro trató de despertar a Paula, pues se había quedado dormida durante el viaje de regreso a casa.


Agarrándola del brazo, la sacudió suavemente. Ella no tardó en abrir esos ojos hermosos y grandes que tenía.


–¿Me he dormido? Supongo que sí porque el viaje se me ha pasado volando.


Sacudiendo la cabeza, se desabrochó el cinturón de seguridad y se incorporó.


–Bueno, hemos llegado a casa y tienes que irte directamente a la cama. Dame las llaves. Te abriré la puerta.


El frío aire nocturno le golpeó en cuanto salió del coche. Eso era justo lo que necesitaba, no obstante, para bajar un poco la temperatura de su cuerpo. Metió la llave en la cerradura rápidamente, abrió la puerta principal y esperó a que ella entrara. Nada más hacerlo, se volvió hacia él. Se había puesto la chaqueta sobre los hombros y en ese momento se la cerró un poco más. Pedro, sin embargo, tuvo tiempo de volver a verle el escote de refilón. Era hora de marcharse.


–Gracias por una velada estupenda –le dijo ella de repente, acercándose un poco–. Y también por el detalle de comprarme la ropa y todo lo demás. Me has hecho sentir como una princesa y nadie había hecho eso por mí jamás.


–No ha sido difícil, Paula. A mis ojos, eres una princesa.


Pedro no fue capaz de resistirse más y la estrechó entre sus brazos. La besó con una pasión que ya no podía contener y el deseo irrefrenable que le consumía estalló en llamas como un hilo de pólvora. Paula apartó los labios y entonces pudo ver algo cercano a un anhelo en su rostro.


Con el corazón retumbando, Pedro la soltó.


–Creo que es hora de decir buenas noches, ¿no crees? Ha sido un día muy largo para los dos y estamos a un par de días del primer concierto de la banda. Tenemos que descansar y estar en forma para lo que se avecina.


–Sé que tienes razón, pero…


Antes de que terminara la frase, Pedro había salido y se dirigía al coche.




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