viernes, 29 de abril de 2016

MI CANCION: CAPITULO 14





Pedro estaba sentado frente a Paula en el suntuoso local de un exclusivo club de jazz, frecuentado no solo por aficionados al género, sino también por celebridades del mundo de la música y del cine. Ronnie la había ayudado a escoger el conjunto idóneo para la velada. Las posibilidades de un vestidito negro eran ilimitadas y Pedro se había quedado sin aliento al verla dentro de ese sencillo traje que la estilista había seleccionado para ella. El escote era más que atrevido y el satén negro se ceñía a su piel como un guante. Las gloriosas curvas que tanto se esforzaba en esconder estaban expuestas al mundo esa noche.


El gerente del local, un francés con mucho estilo que se había llamar Dion, le había recibido con gran efusividad. Hacía mucho tiempo que no pasaba por allí. De hecho, la última vez que recordaba haber pisado el pequeño club de jazz había sido antes de que su ex hiciera esas declaraciones tan nefastas. Dion, sin embargo, le había reconocido sin vacilar, a pesar todo el tiempo que llevaba retirado de la vida pública.


–Me alegro mucho de verle de nuevo por aquí, señor Alfonso. Ha pasado mucho tiempo –se volvió hacia Paula–. Por este local pasan muchas mujeres hermosas, pero usted ma chère… ¡Me deja sin aliento!


Aunque el género musical predominante en el local era el jazz, esa noche estaba dedicada al burlesque, y por eso precisamente la había llevado allí esa noche.


–Vaya. Este sitio es increíble –comentó Paula.


–Y tú acabas de llevarlo a un nivel superior –le dijo él, sonriendo.


Paula bebió un sorbo del margarita que había pedido.


–Me siento tan culpable bebiéndome esto mientras tú te bebes ese refresco de lima.


–No tienes por qué. Hoy no tengo ganas de beber alcohol, sobre todo porque tengo que cuidar de algo muy preciado.


Pedro suponía que era inevitable que se sonrojara, pero aun así experimentó un gran placer al ver cómo se le coloreaban las mejillas.


–He oído hablar del burlesque, pero no sé mucho sobre ello. ¿Es un tipo de espectáculo de variedades?


–Puede ser eso. Pero el burlesque es en realidad un tipo de arte… que celebra la belleza de las formas femeninas.


–Oh. ¿Entonces lleva un striptease y cosas así?


–Es mucho más que eso. A veces lo único que hace una chica es quitarse los guantes. Pero lo que lo convierte en un arte es cómo lo hacen. Además, los trajes que llevan y la forma en que se mueven es parte del espectáculo. Solo quiero que te acomodes bien y que disfrutes de ello… y que te sientas orgullosa de ser una mujer.


–¿Por eso me has traído aquí? ¿Para enseñarme que las mujeres pueden sentirse seguras de sí mismas mientras exhiben sus cuerpos en público? ¿Para que no sienta tanta vergüenza cuando actúe con el grupo?


–Sí. Ya te vas a hacer dueña del escenario con esa voz increíble que tienes, pero no quiero que te sientas insegura de tu imagen. Quiero que disfrutes de cada segundo cuando te subas a un escenario.


Para sorpresa de Pedro, Paula se bebió lo que le quedaba del margarita de un trago y después se relamió los labios.


–En ese caso, creo que voy a necesitar otra copa. No me vendrá mal sacar un poco de coraje de la botella esta vez. ¿Te importa?


–¿Lo dices en serio? –Pedro se inclinó hacia ella y le tocó la mejilla con la yema del pulgar–. ¿Tienes idea de lo peligrosamente sexy que resultas con ese vestido? Si me pidieras la luna, haría lo que fuera para conseguirla.


–Oh, yo no esperaría tantas molestias.


Contento de ver que Paula comenzaba a disfrutar de la velada, Pedro le hizo señas a una camarera para que les tomara nota. En ese momento dejó de sonar el sugerente saxo que salía de los altavoces y la intensidad de las luces disminuyó. Todas las miradas se volvieron hacia el escenario.


El espectáculo fue extraordinario. Paula quedó maravillada con el exuberante despliegue de baile y movimiento de todas esas mujeres tan voluptuosas, con sus trajes rutilantes y maquillaje exagerado.






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