viernes, 29 de abril de 2016
MI CANCION: CAPITULO 13
Pedro no recordaba la última vez que se lo había pasado tan bien. Y tampoco recordaba haber sufrido una tortura tan grande. La asistente, una pelirroja pequeña y delgada, le había hecho sentarse en una cómoda silla para que disfrutara del desfile mientras Ronnie, la estilista, seleccionaba las prendas de una percha móvil y se las entregaba a Paula para que se las probara.
Ella entraba y salía de los probadores una y otra vez, con vestidos diferentes y con cara de pocos amigos. Lo gracioso era, sin embargo, que incluso aunque le mirara como si quisiera estrangularle, era más sexy y hermosa que todas las mujeres a las que había conocido en su vida.
–No me habías dicho que este iba a ser uno de los encargos más divertidos que me has hecho jamás. Es una gozada vestir a esta chica, Pedro.
La estilista, elegante y con un corte de pelo a lo garçon, se sentó junto a Pedro, satisfecha.
–He vestido a las mejores artistas del mundo, pero si el talento vocal de esta chica es tan bueno como su aspecto…
–Sí. Lo es. Ya seas productor o mánager de una banda, las cantantes como Paula no aparecen más que una vez en la vida… si tienes suerte.
–Hay una cosa que está bien clara, amigo mío –le dijo Ronnie, dándole un golpecito en la rodilla–, la industria de la música se va a echar a temblar porque esta muchacha que has encontrado te va a devolver al sitio que mereces… a golpe de bombo y platillo.
Paula abrió la cortina del probador en ese preciso instante. Llevaba unos vaqueros de polipiel con una blusa blanca de gasa más que reveladora.
–Espero que estéis satisfechos. En mi opinión, estoy ridícula con este traje –Paula se echó el pelo hacia atrás, malhumorada. Tenía las mejillas en llamas.
Ronnie hizo ademán de ir hacia ella, pero Pedro se puso en pie rápidamente.
–Créeme –le dijo, bajando la voz–. No estás ridícula.
–Bueno, no me voy a subir a un escenario con esta ropa. No me he puesto a cantar para que la gente me coma con los ojos. Si te gusta tanto, ¿por qué no te lo pones tú?
Fue hacia Pedro como si quisiera borrarle esa sonrisa de la cara a golpe de bofetada.
Él cubrió la distancia que le separaba de ella y respiró profundamente.
–Cálmate. Te estás sofocando por nada. Ronnie y yo queremos probar diferentes estilos, pero eso no quiere decir que te tengas que poner algo que no te guste. Al final es tu decisión.
Paula se tranquilizó un poco al oír sus palabras.
–No me gusta llevar esta clase de ropa que enseña tanto. Es que no me siento cómoda exhibiendo tanto mi cuerpo –admitió.
Pedro no dejaba de mirarla ni un segundo.
–¿Por qué? –le preguntó, sacudiendo la cabeza–. Dime qué tienes en la cabeza que te hace sentir tanta vergüenza de enseñar algo tan hermoso. Porque eso es lo que es, Paula, ni más ni menos.
Pedro miró a Ronnie un instante. La estilista esperaba pacientemente a que se decidieran antes de dar su opinión.
–No es fácil de explicar –dijo Paula.
Pedro se volvió hacia ella y le dedicó toda su atención.
–Eres preciosa, Paula. Si te doy un saco de patatas para que te lo pongas, seguirás siendo preciosa. ¿Por qué no disfrutas de tu juventud sin más? ¿Por qué no te permites disfrutar de la libertad de vestir de una manera un poquito provocativa?
–Bueno, es normal que un hombre diga algo así, ¿no? –Paula se sujetó un mechón de pelo detrás de la oreja. Estaba furiosa–. Las mujeres no dejan a los hombres solo porque se hacen mayores. Parece que somos muy modernos hoy en día, pero en el fondo las cosas siguen siendo como siempre. Los hombres mayores se vuelven «interesantes» y «experimentados», pero cuando se trata de una mujer las etiquetas son todo lo contrario.
Una media sonrisa asomó en la comisura de los labios de Pedro.
Paula hizo una pausa. A lo mejor estaba exagerando un poco, pero lo que decía era innegable.
–No nos metas a todos dentro del mismo saco, Paula –extendiendo la mano, liberó el mechón de pelo que ella se había sujetado detrás de la oreja–. De verdad espero no ser tan superficial como pareces creer que soy. La atracción física es algo real, pero también hace falta algo más profundo para que ambas partes sigan interesadas en una relación. Si yo encontrara a una mujer con la que quisiera pasar el resto de mi vida, jamás la abandonaría, pasara lo que pasara.
Sus ojos azules la taladraban con tanta intensidad que Paula sintió cómo resonaban las palabras en su interior.
–Este es el último conjunto que me dio Ronnie. Creo que voy a cambiarme ya. De repente tengo mucho frío.
Dio media vuelta y se frotó los brazos, pero él la agarró y la hizo volverse una vez más.
–Ese primer conjunto que te probaste… el top morado de terciopelo y la falda larga negra con el cinturón… Era muy bonito. ¿Empezamos con ese?
Paula vio cómo se contraía un músculo en su mandíbula.
Ese también había sido uno de los conjuntos que más le había gustado.
–Muy bien.
–Y, por cierto, no nos vamos a casa ahora. Vamos a ir a casa de Ronnie y después te voy a llevar a un sitio. Cenaremos allí y disfrutaremos de la música.
¿Iba a llevarla a un sitio de conciertos?
–¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Qué clase de sitio es?
La expresión de Pedro permaneció tan hermética como de costumbre. Había, sin embargo, un brillo especial en su mirada. Paula se preguntó qué se traía entre manos.
–Quería que fuera una sorpresa, una sorpresa que te iba a gustar mucho.
–No estoy vestida como para salir por la noche… y mucho menos de fiesta. ¿No podemos dejarlo para otro día?
Pedro apretó la mandíbula y sacudió la cabeza.
–Lo siento, pero no te vas a librar de esta. Confía en mí.
Esta noche va a ser justo lo que necesitas. Y en cuanto a lo de no tener la ropa adecuada, ¿por qué no escoges uno de los conjuntos que te has estado probando? Puedes prepararte en casa de Ronnie.
–¡Pero estos trajes son carísimos, Pedro! No puedo permitirme…
–Invito yo. Puedes escoger lo que quieras, cualquier cosa. Tómatelo como un regalo.
Paula se quedó sorprendida ante tanta generosidad inesperada.
–Bueno… quiero decir que eres muy amable, pero… ¿A qué clase de sitio me vas a llevar?
Él esbozó una de sus sonrisas más arrebatadoras.
–Es un sitio muy elegante, con mucha clase. Eso es todo lo que tienes que saber.
–Déjame ayudarte a escoger el conjunto. Pedro me ha dicho adónde vais, y sé cuál es el traje perfecto. También necesitarás zapatos y accesorios para completar el look.
Solícita y entusiasmada, Ronnie se detuvo a su lado de repente y Paula supo que era inútil seguir con las objeciones. Tenía sus reservas respecto a esa noche, pero todo intento de escapada sería una pérdida de tiempo.
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