domingo, 21 de febrero de 2016

ANIVERSARIO: CAPITULO 20





—Paula, ¿qué ha pasado? —Pedro la estrechó contra él.


—¡Me han elegido finalista! —se secó rápidamente las lágrimas, para poder leer el resto de la carta.


Después de felicitarla, el jurado de la Academia le pedía que presentara tres trajes. Un modelo de día, otro de noche y otro a su elección.


—Puedo hacerlo —miró a Pedro, que había estado leyendo por encima de su hombro—. De hecho, debería haberme imaginado ya el tipo de diseños que me iban a pedir —se volvió y abrazó a Pedro con fuerza—. ¡Voy a ir a París! —quería gritar, cantar, ponerse a bailar de alegría. Aquélla era su gran oportunidad.


—Felicidades —dijo Pedro en el tono más falso que la joven había oído en su vida.


—¿No te alegras por mí?


—Por su puesto que me alegro —le dio un beso en la mejilla, pero sus labios estaban fríos—. Por fin has conseguido tu sueño.


—Sí. Eso es —no entendía qué diablos le pasaba a Pedro. Por mucho que intentara disimularlo, era evidente que no le hacía ninguna ilusión que la hubieran elegido finalista.


—¿Cuándo tienes que ir a París?


—Todavía no he sido seleccionada, pero cuando lo sea, la fecha exacta la determina el diseñador que patrocina mi beca. En cualquier caso, no me iré antes de la próxima primavera.


Esperaba que aquella información lo tranquilizara, pero Pedro se limitó a asentir fríamente con la cabeza.


—Escucha, creo que no me voy a quedar a desayunar. Tengo otras cosas que hacer en mi casa.


—¿Estás seguro? —Paula lo agarró del brazo—. No voy a tardar nada, de verdad. Ahora ya sé cocinar.


Pedro sonrió, y en aquella ocasión sinceramente.


—No, de verdad. Estoy agotado. Pero volveré más tarde.


Levantó la mano a modo de despedida y se dirigió hacia el jeep. Se metió en el coche y se marchó sin dirigirle una sola mirada.


¿Qué lo habría molestado?, se preguntó Paula mientras se metía en casa. No conseguía explicarse su actitud.


Ella se había alegrado por él con el nacimiento de los avestruces. Había pasado toda la noche a su lado, ayudándolo en cuanto había necesitado y en ningún momento se había quejado. Al contrario, había disfrutado como nunca al verlo tan emocionado.


Y de pronto se encontraba ella con una buena noticia, y Pedro era incapaz de alegrarse.


Paula se dejó caer en el sofá y cerró los ojos. Estaba agotado, claro, ese era el problema. Habían pasado la noche en vela y estaba cansado. En cuanto durmiera un poco, cambiaría de actitud.


Después de haber encontrado aquella explicación,Paula consiguió relajarse un poco. Decidió dormir unos cuantos minutos y ponerse a preparar los diseños para la Academia en cuanto se levantara. Pero, de momento, iba a dormir un poco…







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