miércoles, 6 de enero de 2016
MISTERIO: CAPITULO 12
Al sentir que una mano acariciaba mi cabello, abrí los ojos.
La habitación estaba oscura. A medida que me acostumbré a la oscuridad, distinguí la silueta de un hombre que estaba sentado a mi lado.
—¿Oscar? ¿Qué haces aquí? —Traté de sentarme al reconocerlo, y encendí la lámpara de la mesita de noche.
—Roberto me llamó. Estaba molesto por lo del investigador y quiso reclamarme. Vine en cuanto pude. Me dejo entrar con la promesa de que no te despertaría. —Apartó un mechón de pelo que caía sobre mi ojo derecho antes de continuar—¿Esa es la razón de tu extraño comportamiento de ayer y de que no respondieras a mis llamadas y mensajes?
Froté mis ojos, algo desorientada. El móvil volvió a sonar avisando la entrada de un mensaje de texto. Lo ignoré.
—Ahora no puedo hablar Osqui. —Estaba medio adormilada y eso me volvía confusa.
—Tú móvil no para de sonar, deberías revisarlo. —«Claro que debía revisarlo, pero eso lo haría más tarde, cuando estuviera sola».
—Luego lo reviso —alegué intentando no darle importancia.
—¿Se puede saber quién es Pedro Alfonso?
«Pero ¿qué era todo ese interrogatorio?».
—¿Revisaste mi móvil? —Su rostro era inexpresivo.
—No paraba de sonar, y pensé que podía ser una emergencia. —¡Que excusa tan absurda! Negué con la cabeza.
—¡EMERGENCIA!, ¿así es como tú lo llamas? Yo lo llamo falta de respeto, invasión a mi espacio personal, abuso de confianza. —Me levanté por aquella intromisión—Te pasaste Oscar, definitivamente te pasaste.
Entré al baño con la sangre bullendo en mis venas y cerré de un portazo. Necesitaba calmarme o terminaría diciéndole cosas de las que luego me arrepentiría. Después de asearme y arreglarme un poco el cabello, salí con la cabeza en alto, dispuesta a enfrentarlo.
—Sé que cometí un error, Paula, y lo lamento. Pero igual te pido que me expliques, ¿quién es ese tipo? —Oscar me observaba de pie junto a la cama visiblemente molesto.
—Pedro Alfonso es un amigo de la familia, teníamos años sin vernos y, coincidimos en la convención. Eso es todo.
Salí de la habitación, y Oscar me siguió, intentó agarrarme la mano, pero no le dejé. Estaba tan furiosa con él que me sentía traicionada. Aunque sabía que eso no era justo, pues había sido yo la que lo había traicionado a él. Sin embargo, me fue imposible evitar reaccionar de esa manera ante el abuso a mi privacidad.
Llegué a la cocina y busqué en el interior del refrigerador una lata de cerveza. Enseguida la abrí y le di un trago largo.
—¿Sabes algo, Paula?, nunca lo habías mencionado. —Él entró y se ubicó junto a la mesa, apoyó una mano en la madera y la otra en su cintura, para observarme ceñudo.
—¿A qué te refieres?
—La cantidad de mensajes y llamadas perdidas de ese sujeto no son normales. —Oscar habló alzando la voz, era un hecho estaba celoso y furioso.
—No te preocupes, ya me pondré en contacto con él —alegué también irritada. Los dos estábamos alterados.
—¿Qué está pasando aquí, Oscar? —Papá entró en la cocina no solo desconcertado, sino molesto por la forma en que Oscar me hablaba. «Oh, por todos los cielos, que estos hombres se calmen, de por sí no se toleran»—A mi hija no le hablas en ese tono, agradezco que te vayas. —Aquello me hizo sentir fatal, era un verdadero desastre.
—Discúlpeme, doctor Chaves, pero esta es una discusión entre Paula y yo, así que soy yo el que le agradezco no se inmiscuya. —«¡Me muero! Oscar acababa de cometer un error».
El timbre de la puerta sonó antes que alguien dijera algo más. Papá y Oscar se desafiaban con la mirada.
—Paula, anda a ver quién es. —No quería dejarlos solos, pero debía ver quien tocaba a la puerta.
Estaba tan nerviosa que las manos me temblaban. Llegué hasta la puerta y al abrir, pensé que mis ojos me estaban gastando una broma. No podía creer que él hubiera viajado hasta Nueva York.
—¡Pedro! —Lo dije tan alto que tal vez todo el edificio se enteró. Él sonrió de medio lado y yo literalmente, me consumí por aquel atractivo gesto.
—Te dije que de mí no te ibas a librar tan fácilmente —murmuró aproximándose a mi rostro.
—¿No nos vas a presentar, Paula? —Oscar se encontraba detrás de mí. Podía sentir lo furioso que estaba.
—¡Pedro! Pasa adelante por favor, te estaba esperando. —Aquel rescate de mi padre se lo agradecí en silencio con la mirada.
La tensión creció mientras Pedro pasaba a la sala. Estaba rodeada de tres hombres que parecían lobos a punto de atacarse.
—Paula, nosotros estaremos en mi despacho —Lancé una mirada hacia Pedro siendo fulminada por sus inclementes ojos azules.
—Ya que nadie nos presenta. —Oscar se acercó a él y le tendió la mano—Soy Oscar Carter, el novio de Paula. —«Pero que alguien me explique, ¿en qué época vivimos?, Oscar me acaba de marcar como si fuera una vaca de su propiedad».
—Pedro Alfonso —Se dieron un apretón firme que duró más de lo normal, sin dejar de retarse con la mirada.
—Vamos, no perdamos más tiempo —concluyó mi padre antes de desaparecer con Pedro en dirección al despacho.
Me quedé parada junto a la puerta. Oscar me observó con ira, y expulsó todo el aire que tenía retenido en los pulmones en un bufido. Sus hombros cayeron dándole un aspecto de derrotado.
—No sé qué pasó en Dallas, y a este punto, creo que no quiero saberlo. —Abrí la boca para decir algo, pero Oscar me la cerró poniendo su mano sobre mis labios—Nunca y óyeme bien, Paula, nunca me había sentido tan estúpido y humillado en toda mi vida. Y por favor, ahórrate las palabras. —Su acusación golpeó mi corazón.
Lo vi desaparecer tras las puertas del elevador, cerré con cuidado y me apoyé de la puerta. «¿Pero qué coño había pasado?».
Necesitaba una copa, y salir de allí. Me cubrí el rostro con las manos. «Cálmate Paula, ya pasó», me dije mentalmente.
Estaba muy agobiada, pero no podía darle más largas al asunto. Enderecé los hombros y avancé hacia el despacho de papá.
Toque la puerta con cuidado.
—Adelante. —Al escuchar la orden abrí y entré con sigilo.
Los dos me miraron con caras largas.
—Pasa hija, siéntate un momento con nosotros —invitó mi padre, y aunque no quería hacerlo, debía ser valiente.
¡Como necesité de un trago en ese momento, creo que estuve a punto de explotar!
—¿Nos podemos tomar algo?, estoy un poco nerviosa —me atreví a confesar. Pedro se levantó del sillón de cuero marrón ubicado a un lado del escritorio y me tendió la mano.
—Es sólo un momento, Paula —dijo en tono bajo y conciliador.
No podía resistirme a su mirada. Tomé su mano sintiéndola cálida, y le sonreí con timidez. Él me guió hasta el otro sillón, justo en frente de mi padre.
Pero el timbre de la puerta volvió a sonar. Estaba tan alterada que brinqué en la silla. Mi padre se levantó y nos miró a los dos con algo de fastidio.
—Vuelvo enseguida —puntualizó y salió apurado.
Nos quedamos solos y temo que Pedro mencione a Oscar, no quiero que crea que lo engañé, aunque lo hice, pero…
—Paula, Paula… —comenzó a decir caminando hacia mí y negando con la cabeza. Evité mirarlo pero él tomó mi barbilla con su mano y la sostuvo obligándome a verlo a los ojos—Sí existía una persona importante en tu vida, y me lo negaste cuando te lo pregunté. —Pedro tenía razón y aunque desde que nos reencontramos no había vuelto a estar con Oscar, la verdad era que le había dicho algo que no era cierto—¿A qué le temes Paula? —Su voz era tranquila.
No era capaz de decirle una palabra. Solo le sostuve la mirada y me resigné a que ésta vez, se alejara de mí para siempre.
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Ayyyyyyyyyy, x favor, qué intrigante esta historia.
ResponderBorrarMuy buenos capítulos! que bueno que Pedro esté ahí, se me hace que falta muchas cosas importantes que develar en ese diario, y va a necesitar que la contenga!
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