domingo, 20 de diciembre de 2015

UN TRATO CON MI ENEMIGO :CAPITULO 6





–¿Qué le apetecería tomar esta noche… Pedro? –la última palabra sonó mucho más fuerte de lo que Paula habría deseado después de ver que su siguiente cliente era Pedro Alfonso.


Un Pedro Alfonso vestido con un estilo mucho más informal, aunque ni un ápice menos atractivo, del que había lucido esa mañana en su despacho. Llevaba unos vaqueros descoloridos que descansaban sobre sus esbeltas caderas y un jersey fino de cachemir negro con las mangas subidas hasta los codos que resaltaba la musculatura de sus hombros, de su pecho y de su abdomen. La cálida brisa de la noche le había revuelto ligeramente el pelo haciendo que le cayera sobre la frente.


Unas horas antes le había dicho que jamás había entrado en una cafetería y eso generaba una pregunta: «¿Por qué ahora sí?». Y, precisamente, en la que ella trabajaba.


Frunció el ceño al ver que la gente que guardaba cola detrás de Pedro empezaba a impacientarse; las seis de la tarde era una de las horas de más afluencia, justo cuando la gente salía de trabajar y pasaba a tomar algo de camino a casa, o a reunirse allí con los amigos. Y ya que era viernes, estaba más abarrotada todavía.


–¿Qué le apetecería tomar esta noche, señor Alfonso? –repitió con tirantez.


Él alzó la mirada hacia la tabla del menú.


–¿Café solo?


–Café solo –repitió ella despacio. A pesar de que la cafetería ofrecía seis marcas distintas de café y muchas variedades, además de tés de sabores, y que todos ellos podían
llevar leche, nata o varios siropes, ¡Pedro estaba pidiendo café solo!


–Si no es molestia –añadió con sorna.


–Ninguna molestia –Paula era consciente de que la encargada estaba mirándolos mientras le cobraba… a menos, claro, que Sally solo estuviera regodeándose con la visión de ese hombre arrebatadoramente atractivo al otro lado del mostrador.


Algo que parecía ser lo mismo que estaban haciendo el resto de mujeres en el establecimiento: ¡se lo estaban comiendo con los ojos! Las que iban acompañadas de sus propias parejas lo estaban haciendo disimuladamente y las demás con absoluto descaro.


–Sígame, por favor –le dijo al echarse a un lado para prepararle el pedido y dejar que una de sus compañeras ocupara su lugar para atender al siguiente cliente–. ¿Qué está haciendo aquí, señor Alfonso? –murmuró mientras le preparaba la bandeja.


–¿Cómo dices?


–He dicho…


–Tendrás que hablar un poco más alto, Paula. No puedo oírte con tanto ruido.


Ella lo miró irritada a la vez que alzaba la voz ligeramente.


–Le he preguntado que qué está haciendo aquí.


–¡Ah! Te dejaste algo en el suelo de mi despacho cuando te marchaste y se me ha ocurrido traértelo.


Paula se quedó paralizada y sin aliento al darse cuenta de que las personas que tenían más cerca se habían quedado en silencio al oír el comentario de Pedro y con los ojos abiertos de par en par mientras sacaban sus propias conclusiones sobre lo que Paula podía haberse dejado en el suelo de su despacho…







4 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyyyy, cómo me gusta esta historia jajajaja.

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  2. Enganchadisima con ésta historia jaja espero los siguientes caps

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  3. Enganchadisima con ésta historia jaja espero los siguientes caps

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  4. Estoy muy enganchada con esta novela!! Siempre elegis cortos re lindos!! Espero los capitulos de hoy!!

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