lunes, 28 de diciembre de 2015

PERFECTA PARA MI: CAPITULO 4





Ella tomó un volumen de La realidad y el deseo y se lo mostró. Él se encogió de hombros, resoplando para sus adentros. «Genial, más lloradera», fue su último pensamiento, antes de concentrarse en su voluntaria.


Samuel la observó acercarse, sentarse enfrente y abrir el libro sobre su regazo. Ella le sonrió, y él se conmovió; sorprendido, a sus setenta y ocho años, de poder conmoverse todavía. Pero es que jamás había contemplado una mirada más directa, limpia y honesta. Era preciosa, y ni tan siquiera lo sospechaba. Se dio cuenta de que aquella chica era la persona más interesante que había pisado aquel lugar.


Achicó los ojos y leyó la plaquita que prendía sobre el lado izquierdo de su pecho: «Srta. Paula Chaves. Voluntaria».


Con la espalda recta y con la voz más dulce oída por él jamás, la Srta. Chaves comenzó a leer:
—¿Dónde huir? Tibio vacío…







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