lunes, 26 de octubre de 2015

MI FANTASIA: CAPITULO 3





La entrevista con el propietario no se materializó. Paula regresó a la plantación y cenó sola con Eloisa. Tampoco lo vio antes de retirarse a su habitación, aunque en un
momento oyó sus pasos en el pasillo, seguidos del suave sonido de una puerta al cerrarse. Después, el crujido de los listones de madera continuó durante un rato, como si
estuviera paseando por su habitación.


Paula se metió en la cama pero tampoco pudo dormir. El calor era insoportable y ni los ventiladores ni las ventanas abiertas proporcionaban ningún alivio. Aunque se dio un
baño antes de acostarse, a ese paso pronto necesitaría otro. 


No entendía cómo la gente había sobrevivido antes de la invención del aire acondicionado. Ella estaba a punto de
desfallecer.


Lo que ahora necesitaba era un poco de aire fresco. Se levantó y, descalza y con el camisón blanco sin mangas que llevaba, salió a la terraza y se apoyó en la barandilla de
hierro forjado desde donde se divisaba el bosque que rodeaba la parte posterior de la casa.


La temperatura había bajado a un nivel más confortable y soplaba una suave brisa que mecía las ramas de los árboles. 


Paula contempló la luna unos momentos y después se
concentró tratando de escuchar el sonido del río Mississippi que descendía no muy lejos de allí. Pero de los árboles sólo llegó el susurrar de las hojas y el crujir de las ramas. Sin
duda las marismas estaban pobladas de desagradables criaturas, seguramente algunos linces y caimanes al acecho de sus presas, y sin duda más de una serpiente deslizándose entre las ramas.


Una fugaz imagen apareció en su mente, otra fotografía mental de alguien observándola, seguida de una voz masculina, grave y áspera, que dijo:
-¿El calor no le deja dormir?








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