sábado, 22 de agosto de 2015

SEDUCIDA: CAPITULO 13




Al final, canceló la limusina porque Pedro amenazó con seguirla hasta Sídney para comprobar que no se había quedado tirada en la carretera. Gracias a las peligrosas condiciones de la carretera y el infausto ruido del motor apenas intercambiaron dos palabras. Además, Pedro parecía estar sufriendo una resaca y eso le recordaba lo guapo que estaba a la luz de la chimenea,


las llamas reflejándose en sus ojos oscuros.


Cuando detuvo el coche frente a la elegante casa de dos plantas con su entrada circular y su bien cuidado jardín tenía un nudo en el estómago.


–Gracias por todo.


Era difícil mirarlo a los ojos y no reaccionar


–Gracias a ti. Los niños agradecerán tu generoso donativo.


–Nos vemos –dijo Pedro, con voz ronca, inclinando la cabeza para salir del coche.


Aquel sitio era un monumento a la riqueza de sus propietarios, su poder, su estatus social… un buen recordatorio de por qué no debería ver a Pedro con el torso denudo, bronceado y hermoso a la luz de una chimenea.


Pedro entró en la casa, con su familiar olor a cera para muebles, y se dirigió al estudio de su padre.


No iba a quedarse allí, con los recuerdos de Paula en todas las habitaciones. Un apartamento propio sería lo más sensato. Además de una inversión, de ese modo tendría privacidad.








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