sábado, 22 de agosto de 2015
SEDUCIDA: CAPITULO 14
–Tengo algo que decirte –Paula estaba doblando la ropa de bebé que Mariza había sacado de los cajones.
Embarazada de ocho meses, su hermana estaba concentrada en coser una colcha y era la viva imagen de la felicidad: una mujer enamorada a punto de tener un hijo.
Todo lo que Paula no era y no tenía. Ni quería. Eso era lo que se había dicho a sí misma una y otra vez durante los últimos años. Pero esas palabras sonaban huecas de repente.
–¿Qué te parece, el limón o el lila? –le preguntó Mariza.
–Lila –respondió Pau automáticamente.
–Por una vez, estoy de acuerdo contigo.
–Mary, tenemos que hablar.
Su hermana dejó a un lado la colcha.
–¿Que ocurre, Pau?
–Pedro ha vuelto.
La llegada de Pedro significaba que su vida, que había levantado pieza a pieza durante los últimos años, de repente empezaba a resquebrajarse.
Los ojos azules de Mariza se oscurecieron.
–¿Cómo lo sabes? ¿Lo has visto?
–Sí, lo he visto –respondió Pau con voz ronca–. He visto mucho de él.
Mariza frunció el ceño.
–¿Qué quieres decir con eso?
Pau le explicó la conexión con German, que se había quedado a dormir en su casa…
–¿En tu cama? –repitió Mariza–. Pau, cuánto lo siento. Lo siento, ¿no?
–No lo sé –Pau se dejó caer en el suelo, a los pies de su hermana.
–Sigue siendo el hombre más guapo que he visto nunca. Y me mira… como antes.
–Supongo que eso es bueno, ¿no?
–La misma respuesta, no lo sé. Y la persona que pujó por una cena en tu casa de campo también fue Pedro, por cierto. Pero fue solo.
–¿Solo?
–No quiso que volviera a casa con la tormenta, así que pasamos la noche juntos. En fin, al menos tuvimos tiempo de hablar.
Mariza le tomó la mano.
–¿Se lo has contado? –le preguntó, en voz baja.
Los ojos de Pau se llenaron de lágrimas que apartó de un manotazo. No podía contárselo cuando acababan de reencontrarse. No quería llorar delante de Mariza. Una mujer embarazada no debería ponerse triste.
–Lo siento, no debería…
–No pasa nada, dime qué estás pensando.
–Que podría haberme llevado con él a Queensland si yo no hubiese abierto la boca. Nunca sabré si me hubiera elegido a mí por encima de las mujeres que sus padres aprobaban, si me ha dicho la verdad… en fin, pensé que solo podía ser una aventura, algo divertido.
–Y la carta, ¿le has preguntado?
–No la recibió.
Marizaa le apretó la mano.
–Al menos ahora lo sabes y puedes empezar de cero.
¿Empezar de cero? Pedro no sabía lo de la carta, pero ella tenía otras preguntas. ¿La habían abierto o se había perdido en el correo? No podía saberlo.
–Aparte de ser guapísimo, ¿sigue siendo el hombre de siempre?
Paula recordó el sofá, el beso, las chispas…
–No ha perdido facultades.
–¿Te ha besado?
–¿Cómo sabes que no estoy hablando de otras facultades?
Mariza hizo una mueca.
–Esto pide un café con pasteles. Bueno, café para ti, zumo para mí.
–Muy bien.
Unos minutos después, Mariza cortaba un pastel que Benja había llevado antes.
–Bueno, cuéntame –le dijo, chupándose el chocolate de los dedos.
–He seguido adelante con mi vida. Tengo un trabajo que me gusta y poco tiempo para una relación intensa –empezó a decir Paula. Y cualquier cosa con Pedro sería intensa, abrumadora, devastadora–. Puede que vuelva a irse del país, así que ¿para qué?
–Podría quedarse. Esté aquí un par de días o un año, la cuestión es que hay algo entre vosotros, Pau. Hay una historia sin terminar y tienes que escribir el final. Piensa bien lo que haces antes de tomar una decisión.
–No voy a apresurarme. Además, aún tengo que acostumbrarme a la idea de que voy a encontrarme con él a menudo.
–No creo que eso te asuste. Te recuerdo que tratas a los hombres como si fueran una caja de bombones.
–Nada ha cambiado. Me sigue gustando el chocolate, pero tengo la intención de evitar el chocolate negro, el más tentador.
No le dijo que sus relaciones terminaban en la puerta del dormitorio, pero por primera vez pensó que tal vez estaba intentando esconderse de esa realidad.
Mariza volvió a ponerse seria.
–Siempre existe la posibilidad de que él se entere de lo que pasó antes de que tú estés preparada para contárselo, Paula.
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