martes, 14 de julio de 2015

UNA MUJER DIFERENTE: CAPITULO 28



ÉL NO ERA suficiente para ella.


Durante la siguiente semana, siempre que aparecía ese pensamiento, Pedro lo desterraba con gesto lóbrego. Trató de concentrarse en cosas más importantes, como el informe final sobre la adquisición de Bartlett. Hojas de cálculo, propuestas y presupuestos. Se preparó para realizar otro viaje, pero luego lo canceló. Y el viernes, mientras miraba por la ventana de su despacho y se preguntaba qué estaría haciendo ella, al final reconoció que nada funcionaba como él quería.


No era capaz de dejar de pensar en Paula, de intentar deducir cómo una noche que había planeado con tanta meticulosidad podía haber salido tan mal.


Le había comprado flores caras, un vino especial, la había agasajado con una comida deliciosa, que apenas había probado, en un esfuerzo por proporcionarle una noche que nunca olvidaría. Habían charlado. Se habían tocado. Se habían besado.


Y ella se había marchado.


Giró el sillón para quedar frente al escritorio mientras el recuerdo volvía a atravesarlo. Dejarla salir por aquella puerta lo había desagarrado por dentro. Había querido convencerla de no adoptar esa decisión. Desterrar su inseguridad con deseo. Pero la había dejado irse y se había puesto a caminar por la habitación durante una hora, dándole tiempo para cambiar de idea. Luego había ido a la habitación de ella para tratar de aclarar las cosas, solo para descubrir que se había ido.


Cerró la mano sobre unos cálculos. Odiaba el modo en que lo había hecho sentir. Preocupado y tenso con una emoción enfermizamente próxima al miedo.


Al día siguiente había cerrado el proyecto Bartlett con la máxima celeridad que pudo y puesto rumbo directamente a la casa de ella.


No paró de llamar a la puerta del apartamento hasta que al final fue Jay quien abrió la suya. Le explicó que Paula no estaba en casa, que la dejara en paz. Que no quería volver a verlo más.


Después de eso, el orgullo le impidió volver. Bajo ningún concepto iba a estar en un sitio donde no era deseado; de niño ya había tenido más que suficiente de eso. De modo que se concentró en el hecho de que la vería el lunes en el trabajo. Supuso que por entonces tendría que hablar con él.


Había preparado sus disculpas y justificaciones. Pero ella no se había presentado para oírlas. A cambio, había recibido una llamada del departamento de personal para explicarle que Paula había empleado las vacaciones que le quedaban como el aviso legal de dos semanas antes de despedirse. 


Había dejado el trabajo por teléfono... sin excusas ni remordimientos.


«Muy bien, perfecto», había pensado. «Mensaje recibido». 


La dejaría en paz. Lo que sucedía era que los pensamientos de Paula no lo dejaban en paz a él.


Volvió a girar hacia la ventana. En realidad, no la culpaba por marcharse. Sabía que no era el tipo de hombre que podía llenar sus sueños. Sin embargo, si pensaba decir que no, ¿por qué diablos no lo había hecho antes en vez de someterlos a ambos a esa agonía? Porque ella también lo había deseado. Tanto como él a ella. ¿Creía que no lo sabía? Quizá se hubiera engañado a sí misma, convenciéndose de que no era así, pero no podía engañarlo a él. Había visto el deseo en sus ojos. Había sentido el temblor en sus labios. Unos minutos más, unos segundos, y se habría entregado a él. Al menos durante un rato.


Si tan solo no hubiera cometido el desliz de mencionar que había estado con anterioridad en el hotel. Pero eso había sido hacía mucho, mucho tiempo. Antes incluso de que empezara a trabajar para él. Se lo habría explicado... pero no había querido ahondar demasiado en su pasado.


No quería volver a recordarle que no era el tipo de hombre que ella quería. Que no era el tipo de hombre para casarse y formar una familia. Si ni siquiera había tenido una familia desde los doce años. Había aprendido a vivir con eso. Y de algún modo, pasar de un hogar a otro se había convertido en un estilo de vida, sin apegarse demasiado a nada. Y los marines le habían ido a la perfección, viajando de base a base, de país a país. La universidad había sido otra parada temporal. Luego había pasado de empresa a empresa, ascendiendo por la escalera corporativa hasta alcanzar ese puesto en Kane Haley, S.A.


Era el sitio en el que más tiempo había permanecido, donde al fin había podido detenerse a recuperar el aliento. Incluso había hecho algunos amigos, como Kane. Y lo más importante, era el sitio donde había conocido a Paula.


Hacía tres años que la conocía. ¡Tres años! No había nadie en su vida a quien conociera tan bien como a ella. Ni que le importara más. Le había caído bien nada más verla. Desde el principio habían sido buenos amigos. Nunca se le había pasado por la cabeza buscar algo más, sin duda porque siempre había sabido que no era adecuado para ella. Pero todo cambió cuando Paula anunció que buscaba un hombre. 


Después del beso, no pudo evitar desear ser algo más que un amigo.


Pero a cambio ya no la tenía en su vida.


Disgustado, se levantó. Necesitaba salir un rato. Respirar aire fresco y despejar la mente.


Salió del despacho y atravesó el de ella sin querer mirar la mesa vacía. Caminó por el pasillo con las manos en los bolsillos. Se metió en el ascensor... y salió cuando paró a recoger más pasajeros. No quería hablar; no quería tener que ser cortés. No tenía ningún rumbo en la mente, ningún sitio al que ir. Solo quería moverse para escapar de los sentimientos que crecían en su interior.


Al adentrarse por otro pasillo, pensó que no debería echarla tanto de menos. Se sentía solo sin Paula. No lograba quitársela de la cabeza. Las imágenes de ella lo asolaban a todas horas. No dejaba de ver su cara, de oír su suave voz...


Se detuvo en seco, con la boca reseca. ¿Se estaba volviendo loco? No, esa era su voz. Salía de la cafetería.


Miró dentro... y la vio. Con la reacción instintiva de un cazador natural, se apartó un poco de la entrada, para poder observarla sin ser visto.


Estaba subida a una escalera, con los brazos delgados alzados para unir un ramillete de muérdago a un alambre que colgaba del techo. Llevaba puestos unos vaqueros y un jersey verde. Un pañuelo rojo le cubría la cabeza. Se había subido las mangas hasta los codos.


Tenía expresión concentrada, con la boca fruncida en un leve mohín. Se la veía pálida y un poco más delgada, pero maravillosa.


La miraba con tanta ansiedad, que no fue hasta que Brandon, el joven del departamento de correspondencia, habló cuando se dio cuenta de que había otras personas en la sala... Brandon y el viejo Artie Dodge.


—Eh, Paula—llamó Brandon desde lo alto de otra escalera en el extremo más alejado de la sala—. ¿Aquí también pongo un poco de muérdago?


—No nos pasemos —Paula miró en aquella dirección—. Creo que allí es suficiente con una guirnalda.


Pedro estudió todos los rincones y llegó a la conclusión de que Paula y su equipo estaban decorando el lugar para la fiesta de Navidad de esa noche.


Frunció el ceño. Cuando Kane se enteró de la dimisión de Paula, había asignado a Julia Parker la finalización de los preparativos. Pero aunque no había prestado mucha atención en su momento, había oído que Julia llevaba ausente por enfermedad los últimos días. Sin duda había recurrido a Lauren para que supervisara todo, y como de costumbre, esta había respondido presentándose para encargarse de la decoración.


El pensamiento le atenazó el corazón. Era típico de ella. A Paula le encantaba la Navidad, y no querría que nadie quedara decepcionado en la fiesta. Y sin duda habría pensado que no se encontraría con él.


La idea le dolió como un puñetazo. Tensó los músculos al contener el impulso de acercarse y obligarla a que hablara con él. Quería exigir algunas respuestas, hacerla escuchar lo que él tenía que decir.


Pero de todos los recuerdos que tenía de Paula, el más recurrente era el de la tristeza de sus ojos antes de escapar de la habitación del hotel... antes de huir de él.


Después de mirarla una última vez, se alejó de allí.







8 comentarios:

  1. Que tristesss estos capítulos !!! Quiero que se arreglennn :(

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  2. Que tristesss estos capítulos !!! Quiero que se arreglennn :(

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  3. Huy... va a terminar bien esto? Jeje

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  4. Ayyyyyyy, qué angustia x favor. Decime que quedan juntos amándose mucho

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  5. Ay! qué lástima que no se animan a decirse lo que sienten! Aunque ya termina y me imagino q tendrá un final feliz! ;)

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  6. Que paso??? Llevo dos días de intriga!

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  7. Que paso??? Llevo dos días de intriga!

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  8. Que paso??? Llevo dos días de intriga!

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