domingo, 5 de julio de 2015

MI ERROR: CAPITULO 23




Paula, sentada en el borde de la bañera, miraba el artilugio que tenía en la mano. Aquella palabra.


Embarazada.


A su alrededor, el mundo seguía adelante. Los ruidos en el piso de abajo, un motorista pasando a toda velocidad por la calle, un niño llorando en alguna parte…


—¿Paula? —la llamó Daniela, nerviosa—. ¿Puedo entrar? —sin esperar respuesta, entró en el cuarto de baño y dejó escapar un suspiro—. Odio decir esto, pero…


—No puede ser.


—Oh, Paula… —Daniela la abrazó—. No pasa nada, de verdad.


—No, no, es imposible.


Ella quería que fuese cierto, anhelaba que lo fuera con toda su alma. Pero no podía ser.


—Tendría que ser un milagro.


Pedro había suplicado uno. Por ella, pensó. Pero nada había cambiado para él.


—Podría ser un error —dijo Daniela, como si estuviera hablando con una niña—. ¿Por qué no compramos otro? De otra clase, de los antiguos.


Una hora después estaban rodeadas de cajitas vacías y todas las pruebas daban el mismo resultado: puntitos rosas, rayitas rosas.


Embarazada. Embarazada. Embarazada.


—Queda uno —dijo Daniela.


—No creo que consiga una gota más.


—¿Y entonces qué? ¿Estás dispuesta a aceptar que es verdad? No es tan horrible, mujer. Y nuestros hijos serán casi gemelos.


—Tú no lo entiendes…


—Yo creo que sí. Rechazaste a Pedro por mi culpa, ¿verdad? Aunque estás loca por él.


—No.


—Entonces, ¿por qué no ha venido a verte?


—Porque está ocupado.


—Si ni siquiera te llama por teléfono…


Paula, incapaz hablar, negó con la cabeza.


—Me marcho a Sudamérica después de Navidad, pero no creo que pueda irme y dejarte sola ahora.


—No seas boba. Yo sé cuidar de mí misma.


—No estoy tan segura. No, vamos a hacer un trato: llama a Pedro o Miranda tendrá que encontrar a otra que le haga los recados.


—Daniela… —Paula tomó su mano—. Tú sabes que yo nunca te dejaría, ¿verdad? Que siempre estaré aquí.


—Sí, Paula, lo sé. Bueno, ¿a qué estamos esperando? Llama a Pedro picapiedra y dile que, le hayan dado un cortecito o no, va a ser papá.



***


Pedro había usado el trabajo desde la época del colegio para olvidar el vacío de su vida. Y, por primera vez, no estaba funcionando.


Había dejado de ir a la oficina, encargando de todo a sus jefes de sección con la excusa de que tenía que reformar la casa de Camden.


Cuando vio el piso en venta le había parecido una señal. 


Qué iba a hacer con él, aún no lo tenía decidido. Pero entonces Daniela apareció y todo le pareció tan simple… Lo convertiría en un apartamento para Daniela y él sería un amigo, un padre…


Estúpido.


Con las llaves en la mano, las habitaciones vacías riéndose de él, no era capaz de hacer que nada le importase.


Entonces sonó su móvil para advertirle de que tenía un mensaje de texto. Su primera reacción fue ignorarlo, pero había gente que dependía de él, de quien era responsable. 


De modo que lo sacó del bolsillo y leyó el mensaje. No se le había ocurrido que aquel día pudiese acabar peor, pero así era.






No hay comentarios.:

Publicar un comentario