miércoles, 29 de julio de 2015

EL ESPIA: CAPITULO 17




Según Sam, Paula estaba hablando por teléfono.


—¿Cuánto tardará?


—Acaba de empezar y es una conferencia con varios jefes de sector.


—Solo necesito un minuto.


—No, no es posible —Sam miró su mochila con gesto receloso—. ¿Va a algún sitio?


—A buscar un barco y luego a la playa. Ya no tengo nada que hacer aquí.


—¿Ah, no?


—He presentado mi renuncia y solo quiero hablar un momento con Paula. Tengo que dejar algo en su escritorio, ni siquiera tendría que dejar de hablar.


—Puede dejarlo aquí.


—No, prefiero dárselo personalmente. Vamos, Sam, un último favor y no tendrás que volver a verme.


—Espere, lo acompaño. No hable si tiene los cascos puestos.


—No lo haré.


Sam abrió la puerta del despacho y Pedro la vio sentada tras el escritorio, con los cascos puestos y el escritorio lleno de papeles. Su expresión era una cautivadora combinación de concentración y serenidad, como si aquel fuese el mundo que le gustaba, como si estuviese hecha para ello.


Paula le había dicho que había buscado aquel puesto desde los quince años.


Sonriendo al ver que enarcaba una ceja, sacó la segunda copia del informe y la dejó sobre su escritorio, anotando a bolígrafo que solo había dos y qué dirección tenía el otro.


Ella asintió con la cabeza y siguió escuchando.


¿Más tarde?, escribió en un papel amarillo. Pedro negó con la cabeza.


Me voy a la playa, escribió. Y quieren verte en dirección.


Paula frunció el ceño.


—Sí, Clayton, lo entiendo —murmuró, concentrándose en la llamada.


Pedro la miró durante unos segundos como si quisiera memorizar su rostro.


Y luego salió del despacho.







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