martes, 28 de julio de 2015

EL ESPIA: CAPITULO 16





Pedro estaba sentado frente a un escritorio, en el despacho temporal que usaban los agente especiales, mirando dos informes idénticos que había escrito a mano. En el informe había contado todo lo que se había guardado durante el interrogatorio oficial, todos los nombres de los que habían tratado con Antonov mientras estaba con él, los contratos, las empresas que había montado el difunto traficante de armas… todo escrito a mano. Ya no le quedaban cartas para seguir jugando.


Había terminado.


En dirección le habían pedido que tomase una decisión y no había necesitado mucho tiempo, de modo que subió a la oficina del jefe, en la que había estado el día anterior, y se detuvo frente a la secretaria que no era una secretaria, esperando que lo mirase.


No tuvo que esperar mucho.


—Señor Alfonso—su tono era cauto. Parecía como si supiera por qué estaba allí.


—Tengo un informe para el jefe. Contiene la información que reuní durante mi estancia con Antonov. Espero que sirva de algo.


Ella ni siquiera miró los papeles que había dejado sobre la mesa.


—¿Entonces se va?


—Me gusta la mujer que habían elegido. Me halaga que hayan pensado que podríamos llevar una división entre los dos. Habría aprendido mucho de ella —Pedro señaló la puerta—. Y de él. Respeto lo que hacen aquí, pero el bienestar de mi familia siempre será lo primero. No quiero alejarme de ellos y no quiero llevarlos al mundo oscuro que me ofrecen. Mi renuncia está al final del informe.


Ella lo miró solemnemente.


—Es cierto, esta vida no es para todo el mundo. Agradecemos que lo haya tomado en consideración. 
¿Podremos contar con usted en alguna ocasión?


—Si solo quieren consejo, sí. Si quieren acceso a mis fuentes o involucrar a mi familia, no.


—Tomo nota. Gracias por el informe, su renuncia será efectiva inmediatamente. ¿Quiere algo más?


—No.


—Si pasa por la sección Cinco, dígale a la señora Chaves que me gustaría verla cuando tenga un momento.


—Sí, claro —Pedro vaciló—. ¿Ese puesto ha sido ocupado alguna vez por una sola persona?


—Claro que sí —la mujer sonrió—. Y puede que vuelva a ocurrir.







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