domingo, 14 de junio de 2015

LA PRINCESA: CAPITULO 20





Paula abrió los ojos. Pedro dormía a su lado, casi tumbado sobre ella, como intentando fundirse con su cuerpo.


Eso era lo que había sentido mientras hacían el amor. 


Quería fundirse con él mientras la llevaba al éxtasis una y otra vez.


Paula esbozó una sonrisa. Estaba compensando todos esos años de abstinencia sexual, uno de los beneficios de tener un amante como Pedro.


Su sonrisa desapareció entonces. Como amante, pero…


¿Podría ser un buen marido?


Por primera vez se permitió a sí misma la posibilidad de contemplarlo en serio, olvidando la ansiedad que le producía la idea de atarse a un hombre. ¿Pedro sería más controlador que el desconocido aristócrata con el que su tío quería casarla?


Pedro Alfonso era dominante y estaba acostumbrado a salirse con la suya, pero nunca intentaría manipularla como su tío y nadie podría acusarlo de ser un padre frío como lo había sido su propio padre.


Cuantas más cosas sabía de él, más se preguntaba cómo podía haber pensado que era un hombre frío. Pedro era un hombre de sangre caliente, apasionado, y no solo en la cama. Cuando hablaban del niño sus ojos brillaban, revelando una profundidad de sentimientos que al principio la había asustado… Paula parpadeó. Pero que en aquel momento la tranquilizaba.


Le gustaba que estuviese tan preocupado por el bebé, le daba tranquilidad saber que si algo le pasaba a ella, Pedro cuidaría del niño.


La hacía sentir menos sola.


En el pasado había tenido a Stefano y perderlo había destrozado su vida. Por eso se había negado a abrirle su corazón a nadie, pero Pedro había tirado todas sus defensas. Estaba allí, firmemente plantado en su vida, apartando la oscuridad que la había envuelto durante tanto tiempo.


Y la reacción a su visita a las favelas…


Paula torció el gesto al recordar su expresión cuando habló del peligro. Recordaba sus cicatrices y lo que le había contado. El instinto le decía que era algo más que un peligro físico.


Claramente, Pedro había reaccionado de manera visceral. 


Tal vez si lo entendiese mejor, si conociese su pasado, podría confiar en él lo suficiente como para aceptar su oferta de matrimonio.


Había estado tan concentrada en su independencia y en los cambios provocados por el embarazo…


Sentía curiosidad por Pedro. Le fascinaba el hombre que poco a poco se iba revelando, pero en realidad no sabía nada sobre él. Era taciturno y no le gustaba hablar de su pasado, pero podría haber intentado sonsacarlo. Él se había mostrado muy comprensivo con su pasado. ¿Y qué le había dado ella a cambio?


Pedro era una parte de su vida. Como padre de su hijo, mucho más que eso.


Cada vez que hacían el amor sentía un lazo entre ellos que no tenía que ver solo con el hijo que esperaba.


Paula lo abrazó.


Una pareja. Ese era un concepto nuevo para ella.


Quizá por primera vez había encontrado un hombre en el que podía confiar.





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